Como ya sabéis la mayoría de vosotros ayer saltaba en todos los medios de comunicación la noticia: Un niño de 6 años no vacunado, en estado crítico en la UCI con difteria.

El niño, víctima de esta desgracia, no había sido vacunado por decisión paterna según refieren las fuentes.

La noticia cayó en mí como un jarro de agua fría. ¿Pero cómo puede ser que a estas alturas una enfermedad que ya no existía en España vuelva de esta forma tan brutal y lleve a la UCI a un niño de 6 años?

6 años, los años de mi hija menor.

He de reconocer que tuve que leer la noticia varias veces para comprobar que lo que allí contaban era cierto.

  • ¡¡¡Difteria!!! ¿Difteria han dicho?

No recuerdo ni haberlo estudiado en la facultad. La inmensa mayoría de los pediatras que trabajamos en los Hospitales y en los Centros de Salud no hemos visto un solo caso en nuestra vida. ¿Y sabéis por qué? Porque el último caso diagnosticado en España fue en 1986, año en el que yo jugaba con mis “Barriguitas” y con la Nancy (nunca fui de Barbie).

Así que lo primero que hice fue pensar en mi queridísimo jefe el Dr. Jenaro Jover, recientemente jubilado y del que aprendí mucha de la pediatría que sé actualmente y recordé una de sus frases: “No te creas lo que te dicen, ante la duda ve a las fuentes del saber” refiriéndose a los Tratados de Pediatría, en este caso el Nelson, que representa la biblia de los pediatras. Y eso hice, quise  inmortalizar el momento. Con las nuevas tecnologías no recuerdo la última vez que abrí este libro de 2618 páginas del grosor del papel de fumar y con una letra no apta para lectores sin lupa.

La difteria es una enfermedad grave infecto-contagiosa prevenible actualmente gracias a las vacunas. Es causada por una bacteria llamada Corynebacterium diphtheriae que libera una toxina causante de la gravedad de sus síntomas.

¿Cómo se transmite?

Se transmite a través de las gotitas de saliva de una persona enferma o de un portador asintomático.  Afecta fundamentalmente a prescolares y escolares y a ancianos y es una enfermedad potencialmente mortal con un nada despreciable 10% de mortalidad.

¿Qué síntomas tiene?

La difteria respiratoria, tras 2-4 días de incubación cursa con síntomas en orofaringe, amígdalas, laringe y nariz. Dolor de garganta y de cabeza, a veces fiebre,  secreción sanguinolenta de nariz, necrosis del tejido faríngeo con úlceras profundas, inflamación y edema lo que puede llevar a presentar dificultad respiratoria grave y asfixia.

Entre las complicaciones se encuentra la afectación cardíaca (miocardiopatía tóxica) que afecta al 10-25 % de los pacientes y que es la causante del 50-60% de las muertes. También afectación nerviosa (neuropatía tóxica) que puede ir desde una parálisis del paladar y de los músculos de la faringe que pueden provocar la muerte por aspiración, hasta parálisis del diafragma o músculos de extremidades inferiores con terribles consecuencias.

Como veis es una enfermedad grave. Vamos, que mientras me revisaba el tema se me han puesto los pelos de punta.

¿Tiene tratamiento?

Sí. Aparte del soporte vital en una unidad de cuidados intensivos se trata fundamentalmente con un suero antitoxina que neutraliza la toxina causante de tal devastadora enfermedad. También hacen su parte los antibióticos intravenosos de la familia de las penicilinas o la eritromicina.

¿Cómo se diagnostica?

Mediante el cultivo de muestras extraídas de secreciones de la garganta y nariz. Desde aquí mi enhorabuena al magnífico equipo médico que ha diagnosticado este caso de una enfermedad olvidada en la memoria de muchos de nosotros. Me quito el sombrero por haber pensado en ella y por haber dado en el clavo. Aquello en lo que no se piensa, no se diagnostica. Si este niño sale adelante, sin lugar a dudas, tendrá unos ángeles a los que les deberá la vida.

¿Prevención?

Ya la conocéis. Las vacunas. Que sí, que hay que vacunar, que no hay intereses ocultos en la industria, que este tema ya está agotado… que si no vacunamos esto es lo que pasa. En uno de mis primeros post lo dije alto y claro, hoy me repito: Soy pediatra y yo vacuno a mis hijos.

La vacuna de la difteria está incluída en las vacunas de los 2,4,6 meses (hexavalente), en la de los 18 meses (pentavalente), en la de los 5-6 años (DTPa) y en la vacuna del tétanos del adulto (Td). Todas ellas financiadas e incluidas en nuestro Sistema Nacional de Salud.

No voy a entrar en el debate de esta familia en particular, bastante drama tienen ya como para hacer leña del árbol caído en unos momentos en los que un niño de 6 años lucha por su vida. Les deseo de corazón la entereza y la fuerza necesarios para afrontar los próximos días y por supuesto mi más profundo y sincero deseo de recuperación total.

Ninguna vacuna es obligatoria en nuestro país.

Soy de la opinión que esto debería cambiar desde el mismo instante en el que las libertades de uno, coartan las del vecino. Tú no vacunas, pero mi hijo que sí está vacunado puede sufrir las consecuencias de tu decisión a quien ni siquiera conozco.

En África las mujeres caminan descalzas con sus hijos acuestas durante kilómetros para recibir una vacuna y en el mundo occidental los hay que las rechazan abiertamente. El mundo al revés. 

Quizá este post y otros muchos que en estos momentos se estarán escribiendo (no me cabe ninguna duda) llegue a todos los rincones del mundo, a los que vacunan y a los que no vacunan por decisión propia. Confío y espero que de todos ellos, algunos, lleguen a nuestras consultas en los próximos días con cartilla de vacunación en mano decididos a empezar a inmunizar a sus hijos.

Serán siempre bienvenidos.

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