¿Qué es la hipermetropía?

La hipermetropía es un defecto de refracción en la que el niño tiene que hacer un esfuerzo especialmente para ver  bien de cerca

Si en la miopía ya comentábamos aquí que el niño no puede ver bien de lejos porque la imagen se enfoca delante de la retina; en la hipermetropía ocurre justamente lo contrario: el ojo es demasiado “corto” y la imagen se enfoca detrás de la retina con lo que trae como consecuencia que el niño no pueda ver bien de cerca. Podéis verlo claramente en esta infografía de la Clínica Baviera 

  • Llevé a mi hijo pequeño al oftalmólogo y me dijo que tenía hipermetropía pero que no me preocupara porque era normal.

Efectivamente, todos los niños nacen hipermétropes con unas 4 dioptrías, es lo que se llama hipermetropía fisiológica, pero a medida que van creciendo, se van haciendo mayores y el ojo se va haciendo más grande, esa graduación debe desaparecer y quedarse a cero.

¿Cómo puedo saber que mi hijo es hipermétrope?

  • Al niño le costará enfocar de cerca por lo tanto no le gustará leer cuentos, pintar, ni hacer ninguna actividad que le requiera hacer ese esfuerzo porque no es capaz. No prestará ningún interés a las filas de hormigas con las que nos encontremos en el parque. Los niños pequeños al llevar toda su vida viendo así, no saben que en realidad podrían ver mejor, por lo tanto no esperes nunca que un niño pequeño te diga “veo mal” porque ese niño no sabe lo que es ver bien.
  • Los niños más mayores al no poder enfocar correctamente leerán más despacio, pudiendo presentar incluso un fracaso escolar sin darnos cuenta que el problema se encuentra en la visión.
  • También es habitual que presenten un estrabismo convergente, es decir meten el ojo hacia dentro, sobre todo cuando tienen que enfocar algo de cerca.
  • Algunos niños se quejan de picor de ojos o de dolor de cabeza por forzar durante mucho tiempo la vista.

¿Se cura?

Como comentamos, la hipermetropía fisiológica, la que tienen todos los bebés al nacer, va desapareciendo con el tiempo sin necesidad de hacer nada. Si no  desapareciera, es cuando empezaríamos a ver problemas.

Diagnosticada a tiempo y con un correcto tratamiento, en la inmensa mayoría de las veces con el uso de gafas conseguimos que el niño tenga una buena visión, evitando el ojo vago. El problema surge cuando no se diagnostican a tiempo y ante grandes graduaciones en uno de los dos ojos, llegue a anularse las imágenes que vienen de ese ojo y termine haciendo un ojo vago del que ya hablamos aquí.

¿Cómo se diagnostica?

Pidiendo cita con el oftalmólogo infantil quien le hará una exploración completa dilatándole la pupila para hacer una correcta graduación. No temas porque sea aún muy pequeño, hoy en día tienen los medios suficientes para hacer un correcto diagnóstico.

En la consulta suelo preguntar a los padres:

  • ¿Le gusta al nene jugar con las miguitas de pan de la mesa?

A lo que casi todos me contestan:

  • Uy, le vuelve loco. Ahí va con su dedito a por ellas. Es que ve lo que yo no veo. ¡Hasta los pelos del suelo recoge! – me dijo la semana pasada una madre.

Hasta la próxima.

Post realizado en colaboración con Clínica Baviera.

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