Cuando nuestro hijo se queja de que le duele la barriga la mayoría de las veces albergamos la duda y en algún momento nos llegamos a preguntar:

  • ¿Será verdad? ¿Será una excusa para no ir al colegio?

No sabemos cómo gestionarlo y hay ocasiones en las que nos lo dicen casi a diario llegando a preocuparnos de verdad. Pues bien, hablemos de los dolores abdominales.

El dolor abdominal agudo:

Es el que se presenta por primera vez, solamente requerirá ingreso hospitalario en un 5% de los casos y menos del 1% precisará intervención quirúrgica. La inmensa mayoría de las ocasiones son gastroenteritis, gastritis o patología pasajera.

El problema surge cuando nos lo dicen día sí, día también y lo dejamos pasar durante semanas hasta que llega un momento en el que dices “¿me estaré pasando? ¿A ver si va a ser algo y yo estoy aquí tan tranquila? ”

Llamamos dolor abdominal recurrente:

Al dolor abdominal que dura más de 3 meses. En la mitad de los casos se trata de un dolor idiopático, es decir, no hay una causa orgánica que lo justifique. No hay infección, no hay inflamación, no hay quistes, ni masas, no hay parásitos, ni estreñimiento. No se encuentra la causa aunque lo cierto es que les duele. Doler, les duele.

Los niños frecuentemente manifiestan el estrés, los cambios de rutinas o los problemas familiares o escolares con dolor abdominal. Así que descartando patología, debemos seguir investigando hasta llegar al porqué de su dolor. Es el equivalente a nuestros dolores de cabeza tras un día malo de trabajo: no tienes una hipertensión, no tienes una lesión cerebral, ni es secundario a ningún fármaco, simplemente el estrés te ha generado el dolor de cabeza ¿no? Pues con los niños nos ocurre lo mismo pero con la barriga. Así que nada de decir “eso no es nada”, si el niño se queja mucho, debemos ir más allá y intentar averiguar qué le está causando ese dolor.

Una vez descartadas las infecciones, inflamaciones, intolerancias, alergias o estreñimiento podremos seguir dando pasos preguntando por su vida familiar, su actitud frente al colegio, su relación con sus amigos, pérdidas recientes, etc. No debemos subestimar este tipo de síntomas porque en ocasiones suponen la punta del iceberg de un problema serio y real (acoso escolar, pérdida de un familiar o animal, nacimiento de un hermano, maltrato, estrés en domicilio…).

Vale, mi hijo se queja mucho de la barriga… ¿Cuándo me debo preocupar y consultar con el pediatra”

  • Si hay pérdida de peso.
  • Si hay pérdida de apetito.
  • Fiebre intermitente.
  • Si se acompaña de periodos de estreñimiento o diarrea o sangre en las heces.
  • Heces blancas, heces con sangre fresca o heces negras o explosivas.
  • Si se acompaña de vómitos.
  • Abdomen distendido.
  • Dolor articular.
  • Si tiene dificultad para tragar.
  • Dolor que se aleja de la zona alrededor del ombligo.

Todo ello nos hará sospechar una enfermedad de base. Si todo ello es negativo pero los síntomas se alargan en el tiempo y el niño sigue quejándose, debemos seguir investigando esta vez hacia un origen emocional. El pediatra valorará no solamente los síntomas físicos sino la relación con sus padres, como se comporta con ellos, que hay a su alrededor, si va contento al colegio, si tiene pesadillas, qué tal come, si tiene miedos o manías.

No debemos limitarnos solo a descartar patología orgánica. Debemos valorar al niño y a su familia en su conjunto. Garantizar su bienestar emocional también forma parte de nuestra responsabilidad como médicos.

 

“Pues el mío en lugar de la barriga se queja de la cabeza” 

Pues bien, debéis saber que excluyendo a las infecciones como principales causas de dolor de cabeza, dividiremos esta dolencia en 3 grupos:

1.LAS CEFALEAS TENSIONALES

Son con mucho, las más frecuentes. Tras un periodo de estrés, falta de sueño o problemas personales, el niño se queja de dolor de cabeza. Lo mismo nos ocurre a nosotros tras un mal día en el trabajo ¿verdad? Y no por ello nos saltan las alarmas. En los niños ocurre algo similar. Estos dolores tienen unas características muy concretas que tras una detallada historia clínica, no necesitan de otros estudios ni pruebas.

  • Dolor leve o moderado.
  • Suelen afectar a ambos lados de la cabeza, sobre todo, frente.
  • Dolor continúo (como si le estuviesen apretando la cabeza o como si llevase un casco muy apretado)
  • No suele haber nauseas ni vómitos.
  • No suele molestar ni el ruido (fonofobia) ni la luz (fotofobia)
  • Desaparecen con analgesia habitual
  • No les despierta por la noche.

2. LAS MIGRAÑAS

Son bastante menos frecuentes. Suelen tener un componente hereditario claro; o el padre o la madre sufrirán migrañas.

  • Es un dolor intenso en pinchazos o martillazos (pulsátil)
  • Normalmente en un lado de la cabeza o cara (unilateral)
  • Les molesta la luz (fotofobia) y/o el ruido (fonofobia)
  • A veces tienen nauseas y/o vómitos.

Les duele tanto que dejan de hacer lo que estaban haciendo por la intensidad del dolor. Encontraremos a nuestro hijo realmente afectado, pálido y a veces sudoroso.

El tratamiento, inicialmente, es el ibuprofeno/paracetamol. En ocasiones las crisis de migraña son tan frecuentes en el tiempo que necesitarán de un tratamiento de mantenimiento para evitarlas así como otro tipo de pruebas y valoración por un neuropediatra.

-Como desencadenantes están ciertos alimentos, fármacos, ejercicio, ayuno, alcohol, tabaco.

3. Cefaleas de origen “maligno”:

Como pueden ser los tumores cerebrales, entre otras patologías. Realmente esta es la causa menos frecuente con muchísima diferencia pero por motivos obvios, genera una gran angustia familiar y es una de las causa por la que la inmensa mayoría de vosotros acudís al pediatra.

¿Qué síntomas tienen este tipo de dolores de cabeza? Y aquí viene la esperada pregunta ¿Cuándo debo preocuparme de verdad?

  • Si el dolor empieza de forma súbita, especialmente por las mañanas, y va aumentando con el paso de las horas.
  • Si el dolor le despierta en mitad de la noche.
  • Si tiene vómitos violentos, sin nauseas, sobre todo matutinos
  • Visión doble.
  • Si empeora con el ejercicio o la tos.
  • Si hay cambios en el comportamiento del niño: está más adormilado, o por el contrario más agitado, rebelde, confuso, mareado…
  • Si hay alteración en su lenguaje: habla diferente, se le olvidan las palabras, habla más despacio de lo habitual…

Es en estos casos cuando, sin más demora, deberá ser evaluado por un pediatra.

Y aquí (a partir del minuto 8:00) os dejo el vídeo de Saber Vivir donde además de los dolores abdominales y cefaleas, hablamos de catarros, toses y fármacos.

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Hasta la próxima.
 

 

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