• Cariño, este año he pensado que mejor será llevar la mochila con ruedas.- le dije a mi hijo hace un par de semanas preparando la tan ansiada vuelta al cole. Ansiada para nosotros, los padres, por supuesto.
  • Vale, mamá- me contestó.

Parece que lo de la mochila le traía sin cuidado. Sin embargo al quinto día me dijo:

  • Mamá, ¿no se pueden quitar las ruedas de la mochila? Es que me ha tocado en la segunda planta y me cuesta muchísimo tirar de ella, prefiero llevarla a la espalda.

En ese momento, dejé de hacer lo que estaba haciendo, fruncí el ceño y pensé:

  • ¿Tanto le cuesta levantar la mochila para subir un par de plantas?

Con sus 35 kilos de peso ya me ha demostrado muchas veces la fuerza que tenía al ayudarnos a subir las bolsas de la compra a casa. Así que decidí que lo que tenía en esos momentos entre manos, podía esperar. Levanté yo misma el carrito, miré a mi hijo con los ojos como platos, volví a levantar la mochila y la dejé caer de nuevo sobre el suelo negándome en rotundo  a volver a levantarla si no quería tener agujetas al día siguiente…

Los niños no deben llevar a sus espaldas más de un 10-15% de su peso. Llevar pesos superiores aumenta el riesgo de lesiones y dolores de espalda.

  • ¡Pues bien, vamos a pesarla! – le dije a Carlos.

Carlos pesa 35 kilos por lo que la mochila no debía superar los 3 kilos y medio. La mochila en cuestión no pesaba 3 kilos y medio, no; ¡pesaba 7 kilos! ¡7 kilos! ¡Más del 10% de mi propio peso!

  • Pero cariño, ¡estás hecho un cachas! Si llevas esto todos los días al cole y subes y bajas las dos plantas… no quiero luego excusas para no ayudarme a subir las bolsas del supermercado – le dije entre bromas.

Sin embargo, aquello no era una broma. Era real. Mi hijo, como la mayoría de los niños de España, llevaba  mucho más peso del recomendado en su mochila y lo hacía día tras día y año tras año. De hecho, lo que yo comprobé en mi casa coincidía plenamente con un estudio realizado en este país donde el peso medio de las mochilas de 1403 escolares era de 7 kilos, superando el 10% de su peso en el 65% de los chavales ¡Bingo!

Casi al mismo tiempo que descubría que mi hijo era el increíble Hulk, descubrí un movimiento en internet llamado #SinMochilas promovido por decenas de colegas de profesión que habían llegado a mi misma conclusión y que habían dado un paso más (encontraréis todos sus enlaces al final de este post). Fue la Dra. Blanca Usoz la encargada de iniciar esta campaña hace un par de años y que ha sido seguida, apoyada y difundida por la traumatóloga Eugenia Miranda, la Dra. Amalia Arce, la Dra. Maria José Más, el Dr. Pepe Serrano, el Dr. Carlos Casabona, el Dr. Jesús Martínez, la Dra. Gloria Colli, la Dra. Mónica Lalanda, el Dr. Gabriel Ruiz y un largo etcétera de pediatras, médicos de otras especialidades y padres preocupados por la salud de nuestros niños como el genial Rafa Pardo. Así que cuando mi amigo el Dr. Pepe Serrano me mandó un mensaje esta semana con un:

  • Lucía, échanos un cable con las mochilas

Me dije: “Por supuesto”. Esto es lo que más me gusta de la blogosfera: la generosidad, el compartir experiencias, el sumar fuerzas, el ayudar y el caminar juntos hacia un mismo objetivo.

El post se hizo esperar porque los virus y bacterias de la vuelta al cole no solo han llegado a mi consulta si no que casi acaban conmigo esta semana.

Ay que ver, entre el streptococo asqueroso que me ha llenado las amígdalas de placas y me ha dejado una voz de camionera que hasta yo me asusto por las mañanas cuando llamo a mis hijos a desayunar;  mi rinitis alérgica propia del cambio de estación que ha conseguido triplicar las ventas de pañuelos de papel en el supermercado de mi barrio y un herpes que decidió adornar mi labio en los últimos días aumentando su tamaño otro 15%, como el peso de las mochilas… Entre el trabajo, la crianza y un par de conferencias que he tenido esta semana, no he podido sentarme a escribir hasta este momento. Pero aquí estoy hoy por fin, hecha un trapo pero con mis dedos más ágiles que nunca.

Mejor #SinMochilas,  gritémoslo alto y claro pero pidamos un poco más: mejor #Sindeberes.

monicalalanda
Imagen de la gran Mónica Lalanda a quien os recomiendo seguir.

No es la primera vez que hablo de los deberes (aquí os dejo lo que opino de ellos). He de reconocer que hubo un tiempo en que era tal mi deseo de que se eliminaran los deberes que hasta soñaba con ello. Confieso que durante una época me amargaba literalmente el momento de sentar a mi hijo a que hiciese la tarea, los que habéis leído “Lo mejor de nuestras vidas” lo sabéis, cómo también sabéis  todo lo que aprendí de aquella experiencia.

Los únicos deberes que deberían tener los niños son la lectura, pero no lecturas aburridas, sino lecturas adaptadas a su edad, historias apasionantes que despierten en ellos el deseo de convertirse en grandes lectores. ¡Qué bien nos iría en este mundo si leyésemos más!

Y terminando con la historia de la mochila de Carlos, os diré que el jueves tuve la primera reunión del colegio para conocer a su profesora y cuál fue mi sorpresa al escuchar atónita como decía:

  • Cuando yo era pequeña me traumatizaron los deberes escritos, así que he decidido que la única tarea que llevarán los niños será lectura, búsqueda de información y preparación de temas orales y proyectos.

Casi me levanto y me pongo a aplaudir… Cuando estaba a punto de hacerlo, miré a los 30 padres y madres que me acompañaban en la reunión y me dije: “Lucía, no es necesario, sentadita estás mejor” así que aplaudí mentalmente “plas, plas, plas…”- sonido celestial en mis oídos y le regalé la mejor de mis sonrisas a esta nueva e inspiradora profesora.

Cuando llegué a casa le dije a Carlos:

  • Pero vamos a ver, si tienes una profe que solo manda lectura y búsqueda de información  ¿cómo es que tienes la mochila llena de libros?
  • Pues mamá, cómo el año pasado muchas veces me olvidaba algún libro en clase y me quedaba sin hacer los deberes, este año he pensado que mejor me llevo siempre los más importantes y así no me tengo que preocupar…
  • No te tienes que preocupar y no tienes que pensar qué libro has de meter cada día ¿no? Es más rápido meterlos todos ¿a qué si?
  • Bueno, eso también- dijo él con una sonrisa pícara.
  • Oye, ¿y por qué no te llevas la nevera entera al cole y así no te olvidas de comerte la fruta que te dejo en el bolsillo lateral de la mochila? – modo ironía ON.

Moraleja: Antes de cargar contra los profes, preguntemos a nuestros hijos. Enseñémosles a llevar estrictamente lo necesario dentro de la mochila. Si aún así el peso supera ese 10-15% de su peso habrá que hablar con los profesores y llegar a un acuerdo.

Desde que tuve esta conversación tan reveladora con mi hijo no se ha vuelto a quejar del peso de la mochila, entre otras cosas porque ha pasado a pesar 2 kilos.

Y para los que queráis leer un poquito más del tema os dejo varias cosas:

A continuación, todos los enlaces de mis compañeros que ya se han sumado al movimiento #SinMochilas. Todos ellos tienen blogs interesantísimos y enriquecedores con los que yo también aprendo cada día. ¡Gracias a todos ellos!

Y para seguir trabajando juntos os voy a pedir un pequeñísimo favor que es rellenar esta encuesta que han puesto en marcha mis compañeros sobre el peso de las mochilas, os llevará 30 segundos contestar. os dejo el enlace.

Aquí un instructivo vídeo de mis colegas del Hospital San Joan de Deu de cómo han de llevarse las mochilas a la espalda. Lo de llevarlas de un solo asa es muy guay, o muy “cool” como dicen los adolescentes de ahora, pero “a tu espalda no le mola nada”– les contesto yo.

“Ir juntos es comenzar.

Mantenerse juntos es progresar.

Trabajar juntos es triunfar”.

Henry Ford

 

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