Esta es una de las preguntas que con más frecuencia me soléis hacer en la primera visita a la consulta. A lo que yo contesto:
–    ¿Cuándo? Desde ya.
–    Pero…¿Puede salir a la calle?
–    Puede no, debe salir- afirmo con una amplia sonrisa.
Dar un paseo por la mañana y otro por la tarde es bueno para el bebé que se despeja y se relaja, es bueno para la mamá que al llegar la tarde las paredes le caen encima y es bueno para el papá que también necesita oxigenarse en esos primeros días tras el parto en los que siente que hace mucho pero sabe a poco.
–    ¿Y le echo algún protector solar? – me preguntáis en ocasiones
–    Mujer, tu bebé tiene 6 días de vida. Va dentro de su capazo, con el parasol y seguro que también lleváis sombrilla. Porque le dé un rayito de sol al dar la vuelta a la esquina no pasa nada de nada.
–    Bueno, de todos modos lo saco con su gorrito, bien tapadito, su manguita larga y las manoplas.
Miro la temperatura exterior que me marca el teléfono: 28 ºC . ¡Ay Dios! Pienso en la criatura y empiezo a sudar.
–    A ver, a ver… respecto al gorrito de la cabeza, una vez pasado el primer día del nacimiento y salvo que estemos con un frío polar, olvídate. Guárdalo en una cajita como recuerdo que luego te gustará verlo. En cuanto a la manga larga, mira tú como estás: con tirantes y aún así tienes calor. Pues tu bebé casi igual. Ponle fresquito, ropa de manga corta, de algodón y holgado, piensa en su comodidad. ¡Hace calor!
Y acerca de las manoplas… las manoplas para hacer muñecos de nieve y poco más. Los bebés necesitan sus manos para tocar, para acariciar, para chuparse los dedos. Les gusta engancharse a tu pecho y tocarte, olerte… No le prives de eso.
Cógele, bésale, acaríciale, deja que te meta sus deditos en tu boca, que te reconozca. Disfruta de esos momentos que pronto pasarán, quítale las manoplas y lo que haga falta. ¡Siéntelo! Y… huélelo.Lo mejor de nuestras vidas
Mis hijos ya son más mayores pero me resisto a perder su olor. Cuando me abrazan, cuando duermen tranquilos…me acerco a su cabeza, a su piel y les huelo largo y profundo. ¡Qué placer! Cada vez que lo hago, aparece como por arte de magia, un recuerdo diferente. Es como ir al cine, apagar las luces y no saber qué vas a ver. ¡Es magia!
Así que estimula tus sentidos, pasea con tu bebé, siente la brisa en tu piel, deja que él también la sienta. Bésale, acaríciale y huélele… deja que te saboree y ¡disfruta!
Pasarán muchos años en los que estos instantes alimentarán tus recuerdos.

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