Nuestras consultas se llenan de niños cuyo principal síntoma son los mocos. Por alguna razón se llamarán a los niños “mocosos”, ¿no?

¿De dónde sale tanto moco?

Pues de los catarros (infección respiratoria de vías altas). Existen cerca de 200 virus identificados causantes de estas infecciones siendo el más frecuente el Rinovirus. En nuestro sistema respiratorio siempre hay mocos, estos son la primera línea defensiva del organismo para “atrapar” los gérmenes que vienen del exterior. En ocasiones, si la infección progresa, comenzaremos a fabricar un exceso de moco que ya es evidente. (“Siempre va con las velas colgando”- dicen muchas madres ante los “chorretones” continuos de moco en sus hijos). Si la inflamación tiene lugar en la nariz, será una rinitis. Si la inflamación se produce en la garganta y además tiene dolor, tendremos una faringitis; si los virus inflaman principalmente la laringe y el niño presenta afonía o tos perruna, hablaremos de una laringitis. Y si la infección progresa y desciende a los bronquios, hablaremos de bronquitis (“Doctora, creo que los mocos le han bajado al pecho”). En las bronquitis el niño tendrá tos, no sólo por la mucosidad que se encuentra dentro de los bronquios, sino porque estos se cierran (broncoespasmo) y no pueden respirar con normalidad (“Le oigo pitos”). En este último caso, hablaríamos de infección respiratoria de vías bajas.

Estoy preocupada porque cada mes está enfermo”

Así es. Un niño en edad escolar, entre Septiembre y Junio, tiene una media de 5-6 catarros de vías altas. En los más pequeños, hasta 7- 8 episodios. Durante estos procesos tendrán fundamentalmente mocos, tos, estornudos, a veces dolor de garganta y fiebre. La fiebre no suele durar más de 3 días. Los mocos los tendrán durante 7 días y la tos, a veces, se prolonga hasta dos semanas. Esta es la evolución natural de un catarro sin complicaciones. Con el paso del tiempo tendrán menos catarros. Por un lado, se van inmunizando y su sistema inmunitario va madurando. Recordad que en los 3 primeros años de vida el sistema inmune es muy inmaduro y los niños se defienden mal ante cualquier infección. Y por otro lado, los niños más mayores no establecen un contacto tan íntimo como los pequeños que comparten juguetes, botellas de agua, y hasta mordiscos.

Estaba mejor del catarro, pero ha salido al recreo sin el abrigo y se ha vuelto a resfriar” – me dicen muchas madres.

Los niños no enferman por salir a jugar desabrigados. Los niños enferman en el aula junto a los 20 compañeros, de los cuales, la mitad, están acatarrados. Es verdad que en los meses fríos hay más virus respiratorios y más posibilidades de contagiarse, pero eso no significa que enfermen “por una corriente de aire” o por “salir a jugar sin la chaqueta”. Los virus se transmiten por el contacto directo a través de las microgotitas de saliva al hablar, por los estornudos, por nuestras propias manos, por los besos e incluso, por los juguetes. De ahí la importancia del lavado de manos frecuente.

Si quieres explicarle a tu hijo por qué tiene mocos, para qué sirven y por qué son de color verde, este es tu libro: CUENTOS DE LUCÍA MI PEDIATRA que tienes AQUÍ

Pero… ¿no hay nada para quitarle estos mocos?”

Sintiéndolo mucho, no. Los catarros, como ya he comentado, son infecciones víricas por lo que, los antibióticos, no tienen nada que hacer. Son absolutamente inefectivos. “Pero si se cura el cáncer, ¿cómo no se van a curar los mocos?”– me dijo en una ocasión una madre. No le falta razón. La medicina actual tiene muchos tratamientos efectivos para las infecciones bacterianas, para las infecciones por hongos e incluso para las infecciones por parásitos; pero para los virus, desgraciadamente, no tantos.

Los tan utilizados mucolíticos, antitusígenos, anticongestivos, anticatarrales y antihistamínicos no han demostrado su eficacia en el uso de los catarros en los menores de 6 años, es más, se han descrito efectos adversos que aunque infrecuentes pueden ser graves o muy graves. 

Los efectos indeseables de este tipo de medicamentos están ampliamente documentados en la bibliografía científica, sobre todo, en niños menores de 6 años: arritmias, broncoespasmo, vértigos, mareos, nauseas, disminución del nivel de conciencia y encefalopatía.

Os dejo más información aquí. 

No existe evidencia científica que avale su uso por lo que NO debemos utilizarlos a esas edades.

Lo que sí ha demostrado utilidad y alivia los síntomas es: el paracetamol, ibuprofeno y los lavados nasales con suero fisiológico con aspiración de secreciones, si precisa. (Sobre todo en los lactantes, antes de las tomas; comerá más tranquilo y despejado)

Me consta que a muchas madres esto, les “sabe a poco”. Llegan a la consulta esperando que les demos varios jarabes que les eliminen los tan molestos mocos y algunas, se van decepcionadas: “Otra vez me ha dicho que lavados nasales y ya está”. Pero la realidad es que en docenas de estudios realizados con niños a los que se les daban este tipo de medicación, no se observó mejoría ninguna con respecto a los niños que únicamente se les hacían lavados nasales. No sólo eso, sino que además, los primeros, presentaban efectos secundarios, en ocasiones graves.

Entonces, para la tos… ¿algún jarabe?

La tos, al igual que la fiebre, es un mecanismo de defensa natural de nuestro cuerpo. Ayuda a eliminar las secreciones. Es una respuesta positiva de nuestro organismo que expulsa las secreciones que pueden llegar a impactarse en el árbol bronquial. Por todo ello, no conviene utilizar antitusígenos. Únicamente se podrían utilizar bajo prescripción de tu pediatra en aquellas toses secas que le impide el descanso por la noche. Recordad que la CODEÍNA no se debe administrar a ningún niño menor de 12 años. Si no habéis leído aún la recomendación de la Agencia Española del Medicamento al respecto, aquí os dejo un reciente post en el que trato expresamente este tema: “¡No más codeína!” 

No se debería tratar la tos en sí, sino el origen de la tos. Es decir, si el niño es asmático o tiene un broncoespasmo y tose, a nadie se le ocurriría darle un antitusígeno para eliminar la tos. En este caso, el niño tose porque no puede respirar bien; el aire entra, pero se queda atrapado en sus pulmones y no puede salir. Si además le damos un antitusígeno que le inhibe el mecanismo de la tos, lo más probable es que empeore bruscamente. A este niño lo que habría que darle es un broncodilatador para “abrir” los bronquios y que todo el aire que le entra, pueda salir sin dificultad (“sin pitos”). Pongamos otro ejemplo: si tenemos a una niña afónica y con tos perruna, muy probablemente estemos hablando de una laringitis aguda. La niña tose porque tiene la laringe tan inflamada que el aire no entra; en este caso, nuestra niña necesitará un antiinflamatorio (ibuprofeno o en algunos casos, corticoides) para reducir la inflamación de la laringe y así, abrir el paso del aire.

Por todo ello, la ineficacia de estos tratamientos junto con el elevado número de efectos adversos demostrados, tuvo como consecuencia que la FDA (Food and Drug Administration) de EEUU restringiera su uso en niños menores de 4 años. Medida que fue adoptada y ampliada hasta los 6 años por países como Canadá, Reino Unido, Australia, Holanda, China, Nueva Zelanda, e incluso Kenia y Emiratos Árabes. La Asociación Española de Pediatría lleva la misma línea en su “Decálogo de la tos” publicado recientemente y que os invito a leer.

¿Podemos hacer algo para evitar los catarros?

La única medida preventiva eficaz demostrada es el LAVADO DE MANOS FRECUENTE. Debemos insistir a maestros, padres y a los propios niños que se laven las manos puesto que a través de ellas, transmitimos muchas de las infecciones. No olvides hidratar a tu hijo y ofrecerle agua regularmente.

¿Y los productos que dicen aumentar las defensas?

No hay eficacia demostrada. Las defensas no hay que subirlas. Las defensas están bien donde están. Con una alimentación adecuada y un niño sano no hay necesidad ninguna de suplementar con nada.

¿Al menos deme unas vitaminas, doctora?” ¿Vitaminas?- les digo- Las mejores vitaminas son las de las frutas y verduras que debe tomar todos los días.

¿Cuándo debo preocuparme?

  • Si la fiebre dura más de 3-5 días sin un origen del todo claro.
  • Si en lugar de ir descendiendo la fiebre, con el paso de los días, sube de 39ºC.
  • Si presenta dolor de oídos o secreción. (La otitis media es una complicación frecuente)
  • Si tiene respiración acelerada o dificultad respiratoria. (En ocasiones se asocian a neumonía).
  • Si escucha pitos (sibilancias) al respirar. Hablaríamos entonces de una bronquitis
  • Si los mocos en nariz persisten más de 10 días y estos son cada vez más espesos y malolientes. (A veces se complican con sinusitis)
  • Si el niño está muy decaído y con poca actividad: este es el síntoma más importante de todos, su estado general. Si está activo, juguetón y come aceptablemente, tranquilos. 
  • Y por supuesto, siempre que consideréis que vuestro hijo no evoluciona como debería.

Así que, ahora que ya lo sabéis todo sobre los catarros, la próxima vez que se resfríe vuestro hijo, poned vuestros cinco sentidos y no os equivocaréis.

Y hablando de los cinco sentidos, este fin de semana mi hijo mayor me preguntó: – Mamá, ¿qué son los sentidos? – Pues verás, tenemos 5 sentidos: el sentido del gusto, del olfato, de la vista, del tacto y del oído. A juzgar por su cara, no parecía convencerle mi respuesta, así que le expliqué detenidamente cada uno de los sentidos con ejemplos. Finalmente me dijo un tanto enfadado:  -¡Pero mamá! ¡Se te ha olvidado uno! El más importante: ¡El sentido del humor!

Hasta la próxima.

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