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La edad de la inocencia

  • Escrito por Lucía Galán Bertrand
  • Categorías EMOCIONES
  • Fecha 26 Oct 2014
  • Comentarios 14 Comentarios

Recientemente mi hijo mayor, tuvo un problema en el colegio que hizo que se me encendieran todas las alarmas y ocupó, durante unos cuantos días, mis horas de sueño.

¿Qué puedo hacer para que se sienta mejor? ¿Se me está escapando algo? ¿Lo sobreprotejo? ¿Debería manejar esta situación de forma diferente?

Son preguntas que todos los padres nos hemos hecho en algún momento determinado ¿verdad? Sobre todo a partir de ciertas edades en las que ya no son bebés y ellos empiezan a vivir y a sentir sus propias experiencias.

En todo este proceso, una vez más, he aprendido mucho de mis hijos. De todas las conclusiones que aún voy diseccionando, hay una que me maravilla. Me maravilló hace ya años cuando empecé a trabajar con niños, me sigue maravillando a diario cuando estoy en consulta y me maravillo ahora mismo al sentirlo en primera persona de la mano de mis hijos.

Hablo de LA INOCENCIA.

Los niños son inocentes por naturaleza y eso les convierte en seres casi mágicos. No tienen prejuicios, no piensan mal, no sienten odio, no juzgan al prójimo. Se creen a pies juntillas todo aquello que les decimos y son capaces de defenderlo allá donde vayan, contra viento y marea.

Son fieles.

Sabéis perfectamente de qué hablo. Nuestra vida cotidiana está llena de ejemplos: los Reyes Magos, el Ratoncito Pérez, Papá Noel… no importa que en el mismo día los vean en la tele, en el centro comercial y en el cole repartiendo chuches. No piensan más allá, no usan la lógica aburrida de los adultos. Creen lo que ven, creen lo que les contamos; eso les hace feliz y punto. No usan el sentido común, afortunadamente ¡digo yo! Ya tendrán tiempo de usarlo cuando sean mayores.

Volviendo a mi hijo por el que hoy escribo estas líneas, él tenía tantas ganas de superar el miedo que había generado, que siguió al dedillo todas las recomendaciones, sin saltarse ni una. Porque está claro que los niños saben lo que quieren, pero también saben lo que NO quieren. Y mi hijo quería dejar de sentir todo aquello que le estaba bloqueando. Lo deseaba con todas sus fuerzas. Y todas sus fuerzas utilizó hasta vencerlo.

Los niños gozan de unos recursos que nosotros jamás volveremos a tener… son esos truquitos mágicos que se los dan sus altísimas dosis de INOCENCIA. Les encanta ponerle a todo un toque de fantasía, les gusta porque en el fondo se lo creen. Y eso es maravilloso. Esa inocencia les hace poderosos de verdad.

Cuando los adultos tenemos problemas, nos anticipamos, prejuzgamos, exageramos, somos tremendistas, pesimistas, perdemos la confianza… y todo ello por haber dejado atrás nuestra arma más poderosa: la inocencia.

Estar rodeada de niños me contagia su manera de ver el mundo. En ocasiones, fuera de mi trabajo, he tenido que escuchar que soy demasiado inocente. ¿Por qué los adultos nos empeñamos en darle esa connotación negativa a la palabra inocente? ¿Pues sabéis que os digo? que si esos retazos de inocencia que se resisten a desaparecer de mi interior, hacen que vea la vida de otro color y alegran mis días, bienvenidos sean.

Me emocioné estos días al ver a mi hijo contarme con todo tipo de detalles, los truquitos que había hecho para superar su ansiedad.

  • Mamá, lo hice todo: el ejercicio de la vela, el de las palmitas; los hice hasta 15 veces y de pronto, ¡funcionó!

Sus ojos hablaban . Me contaba sus logros como si fuese la primera vez en mi vida que escuchaba algo parecido y yo, por supuesto, le escuchaba con mis cinco sentidos y con la misma atención que prestaría si de pronto me encuentro a un elefante rosa bailando claqué en el salón de mi casa.

En la mente de un niño no cabe otra posibilidad: “Si mi mamá me dice que esto va a funcionar, funcionará”.

Nosotros, los padres, pasamos mucho tiempo con nuestros hijos, pero los profesores, en muchas ocasiones, más aún. Ellos también juegan un papel importante en su educación y desarrollo. A veces , fijamos nuestra atención en detalles que quizá no sean tan importantes en cuanto a nivel de exigencia, exámenes, disciplina… Pienso que el ser mejor o peor maestro no radica únicamente en los conocimientos que les inculquen a nuestros hijos, si no en que tengan siempre presente que delante de ellos, día tras día, tienen a personas que sienten, que sufren, que piensan y que están forjando un proyecto de vida.

Y volviendo a esta maravillosa edad, me gustaría compartir con vosotros una anécdota de mi hijo cuando tenía dos años y medio.

Esto que es voy a contar es la máxima expresión de inocencia:

Una tarde de verano en Asturias, decidimos hacer una gran merienda familiar en casa y vinieron un montón de invitados a pasar la tarde. Carlitos se pasó las horas jugando con su tío Moisés al que no veía desde hacía más de un año, por lo que no se acordaba de él.

Moisés es un hombre que debido a su profesión, rodeado de niños de día y de noche, goza de un magnetismo increíble con los más pequeños. Su simpatía, su sentido del humor y sus inagotables ganas de hacer disfrutar a los niños, le convierten en el compañero de juegos ideal de cualquier niño.

Moisés le proponía un juego tras otro y las carcajadas de mi hijo se oían en toda la casa. Fue una tarde inolvidable. Cabe decir que Moisés es de Guinea Ecuatorial y sí, es de raza negra. Pero es que además tiene unos enormes ojos “blancos” y una interminable sonrisa, más blanca aún.

Cuando estábamos ya en la cama recordando el día tan bueno que había pasado, le pregunto a Carlos: “Cariño, ¿de qué color es Moisés?

Abriendo muchísimo los ojos y las manos, Carlitos me contesta: ¡Es blaaaaaanco!

El niño, carente de prejuicios, vio a su tío tan luminoso que no lo dudó ni un instante: Blanco. El blanco de sus ojos, el blanco de su sonrisa…no vio nada más. Y yo, por supuesto, no le corregí. Enmudecí, sonreí, le di un beso de buenas noches y deseé con todas mis fuerzas que el tiempo no pasara y que nadie le arrebatara nunca esa inocencia.

Dra. Lucía Galán Bertrand.  

www.luciamipediatra.com

 

 

 

 

 

 

 

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Etiqueta:ansiedad, inocencia., inteligencia emocional

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    14 Comentarios

  1. Juvenal Mena
    26 Abr 2018

    jejejeje fuiste victima de no tener inociencia y estabas predispuesta.
    abrazos.

  2. Emma
    10 Ene 2016

    Uyy, pues entonces lo siento, siento haberlo malinterpredado, es que estoy tan acostumbrada a que la gente (los blancos) utilice diminutivos, como si fueran eufemismos, como si por ser “negrito” en vez de “negro” fuera menos negro.
    Por ejemplo un amigo pregunta “tu chico tiene la misma edad que nosotros no?” Y le digo “no ya tiene 40”, y dice “dios, si le hecho 30 como mucho, es que los negritos envejecen menos”…
    No sé, lo veo muy raro. Me pareció muy rara esa frase, como un poco racista, pero no quiere parecerlo… 🙂
    Pero tienes razón, cuando uno ve con el corazón no ve el color. En la universidad me hice una amiga, y al cabo de unos meses me di cuenta de que era negra cuando otra compañera le pregunto de que origen era y que ella contesto “soy de la isla de la Réunion”, y yo pensaba, “pues no sé por que pregunta, con el acento que tiene, se nota que es de Marsella!”
    Los niños ven con el corazón, como padres (y como educadores, que soy los dos) creo que es nuestra misión que sigan haciéndolo cuando sean adultos.
    A partir de cuando pierden esa inocencia? Soy profesora de español como lengua extranjera en un instituto publico, y cuando llegamos a la descripción física, mis chicas quieren poner soy negra clara, ojo, que ninguno quiere decir soy negro oscuro. Porque? Qué hemos hecho los blancos para que los negros no quieran ser negros? Para que algunas chicas se pongan unos productos blanqueadores que les estropea la piel? Para que se gasten una fortuna (literalmente, mas de 150 euros al mes) en peluquería para tener el pelo liso?
    En fin, por eso lo he malinterpredado, porque vivo en un mundo en el que la gente se siente inferior, o inferiorizado por ser negro/a. Deberia de existir un “Negro Pride” como la “Gay Pride” 🙂
    Pues vista así, tu historia es preciosa si!
    Besos caribeños.

  3. Lucía Galán Bertrand
    8 Ene 2016

    No lo has entendido Emma… Mi hijo dijo que era blanco por el blanco de sus ojos y de su sonrisa!! No vio más allá! No se percató en el color de piel de Moisés! Él solamente vio el blanco inmaculado de sus ojos…
    Siento que lo hayas malinterpretado.
    Un beso inmenso.

  4. Emma
    8 Ene 2016

    Negro, no es una palabrota

    Mi amor, el papa de mis amores, es negro. Y mis hijos, pues por ahora son blancos (tostaditos vamos, como si acabaran de pasar el verano en la playa), porque tienen 6 meses, oscureceran, o no. Me da igual.

    Te estoy mintiendo. Por mi me da igual, por mi pueden ser igual de negros que su papa, o pueden tener mi piel “blanca” de media andaluza. Pero por ellos, prefiero que no oscurezcan mas. Porque? Porque en un mundo en el que la palabra negro es una palabrota, en un mundo en el que los blancos preferimos decir “un negrito” o “una negrita” en vez de “es negro es negra” o es un chinito cuando estamos hablando de un asiático (que perfectamente puede ser coreano), en un mundo en que cuando estamos en Europa mucha gente se queda en blanco (jajaja) cuando aprende que mi chico es profesor de matemáticas…. andaaaa, así que los negritos, algunos tienen celebro y todo… entonces allí en vuestro país es profesor…???? Si (gilipollas), mi país es Francia, a pesar de estar en el Caribe, es parte de Francia… En un mundo en el que es mas fácil para una persona blanca que para una persona negra encontrar trabajo, pues prefiero que no oscurezcan mucho.
    Me gusta mucho tu historia, pero que tiene de mal que Carlos dijera “Moises es negro?” Es como si determináramos que las fresas tienen que ser de color rojo , y de repente probamos fresas azules, y si por fuera son azules, cuando las pruebas, pues tienen el sabor de las fresas de toda la vida, entonces dices “dios mio, estas fresas son tan buenas, que se merecerían ser rojas, como si el rojo fuese un color superior…
    No sé si me explico Lucia, quizás me emocione un poco pero no quiero que mis hijos piensen que son tan geniales que hasta se merecen que la gente los vea blancos, yo quiero que la gente los vea negros, porque no es una palabrota, los mismo que los frijoles pueden ser blancos, negros, rojos…
    Con mucho cariño que me encanta leerte y espero no ser demasiado agresiva, solo soy una madre leona preocupada por lo que la selva hará de sus cachorritos;

  5. maria
    7 Mar 2015

    Que artículos mas bonitos y con que ternura escribes y grandes verdades.
    Sigue haciéndolo que seguro que ayudas y guías a muchas personas

  6. Lucía Galán Bertrand
    26 Feb 2015

    Así es Addi… Muchas gracias por tus palabras.

  7. Addi
    26 Feb 2015

    Que hermosa historia Lucia, llegué acá por casualidad y tu historia me llegó a lo mas profundo, como madre, a veces también pienso en lo maravilloso que es la inocencia de mis hijos, y por instantes coincido como dices en tu artículo que tienen un tesoro y deseo que ojalá nunca lo perdieran…..

  8. Lucía Galán Bertrand
    28 Oct 2014

    Que bonitas tus palabras, Carolina. Muchísimas gracias.

  9. Carolina Borrás Mansilla
    28 Oct 2014

    Hola Lucia.
    Te doy la enhorabuena por todo, por ser como eres como pediatra, toda una profesional, cercana, transmitiendo confianza, pasión, cariño y bienestar, vamos una gran PEDIATRA. Asimismo mis felicidades por tus cuentos mágicos y reales, me encanta como escribes y como haces que nos documentemos más y mejor, y sentir que cuando nacen y crecen nuestros hijos, tambien crecemos los padres al lado de ellos, gracias de todo corazón.
    Un abrazo

  10. José Galán Arias
    26 Oct 2014

    Estaba presente y doy fe de todo lo que dice Lucía. Llovía a mares aquel día en el occidente de Asturias y no había forma de salir al jardín ni de broma.
    Fue un encuentro familiar en el que nos juntamos unas 15 o 20 personas. Carlinos empezó a tomar marcha entre todos los presentes y el gran Moisés no paró ni un instante de hacerle juegos y bromas, siempre distintas, siempre novedosas, siempre sorprendentes para el ciertamente inocente Carlinos que terminó empapado en sudor, solo con sus pantaloncitos, exhausto de tanto reír no recordando más, al final del día, que luz y más luz.

  11. Lucía Galán Bertrand
    26 Oct 2014

    Muchas gracias Stephanie!!

  12. Lucía Galán Bertrand
    26 Oct 2014

    Gracias Esther! No necesitas otra pediatra, la Dra. Ruth Gilabert es una excelente profesional además de ser mi compañera de fatigas, de alegrias y de lágrimas también. Estamos muy unidas desde hace muchos años. Un beso y gracias por tus palabras.

  13. Esther
    26 Oct 2014

    Hola Lucía,
    No tengo el gusto de que mis hijos sean pacientes tuyos, nosotros tenemos como pediatra a Ruth G. también una profesional de 10.
    Sólo decirte que las veces que hemos tratado contigo he podido disfrutar de tu alegría y tu inocencia y que es maravilloso poder contar con profesionales como tú.
    Me encanta esta nueva idea que estás desarrollando aunque la anécdota del tío Moisés me ha arrancado unas lagrimillas.
    Besos de otra mamá.

  14. Stephanie
    26 Oct 2014

    Qué bonito Lu!! Me ha encantado!!

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