“No voy, porque no me apetece”
- Cariño, ve vistiéndote que tengo que ir a llevarte al cine.
- ¿Al cine? – contestó mi hijo con evidente cara de sorpresa bajando el volumen de la tele.
- Sí, al cine. ¿No me dijiste ayer que habías quedado con Gustavo y con Andrés? ¿Qué sus madres les llevarían, quedábamos allí todos y luego os recogíamos? – le pregunté sorprendida.
Por un momento pensé que lo había soñado o que quien me lo había contado había sido mi hija o peor aún, que me lo había inventado. Segundos antes de empezar a fustigarme mentalmente por no ser capaz de recordar las cosas importantes de mis hijos debido a mi ajetreada vida, mi hijo saltó del sofá y dijo:
- ¡Ah sí! Mamá, sí, sí. Te lo dije… pero, lo he pensado y no voy a ir. Da igual- y volvió a subir el volumen de la tele.
Avancé unos pasos, le quité el mando a distancia, apagué la tele, me puse delante de él, tomé aire y le dije:
- ¿Cómo dices? ¿Cómo que no vas a ir? ¿Les habías dicho a tus amigos que irías y media hora antes de salir de casa decides que no te apetece? – podía seguir con este discurso durante minutos y minutos, pero decidí parar y esperar su respuesta antes de continuar.
A mi hijo le pilló desprevenido. Quizá pensaba que le iba a decir: “vale, amor, así nos quedamos en casa tranquilitos” o “fenomenal, así no estoy media tarde haciendo de taxista”, pero no, mi reacción le sorprendió.
Francamente, para mí lo más cómodo hubiese sido mirar para otro lado, aprovechar que él estaba entretenido viendo una peli y mi hija jugando con sus amigas para tirarme a la bartola, echarme la siesta con mi chico, ponerme a escribir, llamar a mis padres y charlar un ratín o invitar a mi amiga Rocío a tomar café a casa que tenemos que ponernos al día de nuestras vidas… pero no, no hice nada de eso.
- Mamá, es que ayer me apetecía, pero ahora no me apetece- me espetó.
- Mira Carlos, ¿sabes lo que es el compromiso?
- ¿Cuándo dos personas se van a casar?- me contestó con su aún intacta inocencia.
- Carlos, escúchame, esto es importante. Ayer te comprometiste con tus amigos e indirectamente con sus madres para ir juntos al cine. Adquiriste un compromiso. No puedes decir ahora que no tienes ganas y dejarles tirados. ¿Lo comprendes?
- Es que no me apetece nada, mamá… – me dijo haciendo puchero y buscando mi abrazo.
- Ya lo sé, hijo, ¿te crees que a mí me apetece siempre llevarte a tus entrenamientos, o recogerte, o ir a ver pelis de superhéroes? Lo hago por dos motivos: Uno, porque te quiero y cuando quieres a alguien haces lo necesario para verle feliz y eso de por sí, te hace feliz a ti también. Y dos: porque antes de llevarlas a cabo me preguntas si puede ser y yo me comprometo contigo a hacerlas. Adquiero un compromiso contigo. ¿O cómo te sentaría que el próximo sábado te diga: “Ay cariño, hoy no te llevo al fútbol, que no me apetece”?
No supo que decir. Miró al suelo y empezó a morderse las uñas. “Captado el mensaje”- pensé. Podía haber seguido dando vueltas sobre el mismo tema, pero opté por darle un poco de espacio para dejar que su pequeña mente en desarrollo pensara.
Me fui a la cocina a prepararme algo para beber. Mientras echaba la leche en la taza, intenté eliminar los ingredientes que sobraban en ese café: el enfado y la decepción. Encendí la música y me senté a esperarle; sabía que vendría.
Si yo le digo a alguien que a las 4 en punto le voy a llamar, a las 4 en punto llamo, o lo intento, aunque tenga de dejar de hacer lo que estoy haciendo.
Si me comprometo a ir a la exposición de pintura de mi amiga Leonor, voy, por supuesto que voy, a darle un abrazo y de paso, a comprarle un cuadro que me cautivó aunque esa noche haya tenido que hacer virguerías para poder estar allí.
Si me dicen que a las seis vendrán a casa, a las seis esperaré a que vengan, no a las siete, ni a las ocho, y mucho menos que no aparezcan y 3 horas más tarde recibas un “se me ha líado la cosa, mañana, si eso, me paso”.
Si tengo cita con el médico y no puedo ir, llamo y anulo. Seguro que habrá otro paciente que necesite esa cita antes que yo.
Y por supuesto si quedamos a cenar a las 9, a las nueve estamos allí, salvo causa mayor. ¿Conocéis a gente que llega tarde sistemáticamente, verdad? Quizá sea yo la rara, pero yo le doy mucho valor al tiempo.
Al tiempo porque es oro. Porque a nadie le gusta que le hagan perder el tiempo, porque tiempo es lo que a todos nos falta y que te den su tiempo es uno de los mayores regalos que te puedan hacer.
¿Qué nos dicen nuestros hijos cada noche?
- Mami, quédate un poquito más aquí a mi lado.
¿Qué te dice tu chico cuando una mañana de sábado saltas de la cama dispuesta a empezar el día?
- Quédate un poquito más, anda, que los niños están aún durmiendo…
¿Qué te dice tu madre cuando hablas con ella por teléfono?
- Ay hija, cuéntame más cosas… si ahora no tienes tiempo, llámame luego.
Tiempo.
Y compromiso. Si te comprometes, hazlo, aunque te cueste, hazlo. Y si no, no te comprometas. Nadie te obliga a hacerlo.
Tras esta reflexión mientras terminaba el café, de pronto y sigilosamente entró por la cocina mi hijo. Cabizbajo y arrastrando los pies. Tocado pero no hundido. Se sentó sobre mis rodillas, me apartó el pelo de la mejilla y me dio un beso sentido y sonoro lleno de arrepentimiento.
- ¿A qué hora salimos para el cine, mami? – me dijo sonriente.
- En 10 minutos, cariño- le contesté mientras le abrazaba aliviada.
Cuando llegamos al cine, sus amigos ya estaban allí, felices, sonrientes. Vinieron corriendo a recibir a Carlos y los tres empezaron a dar saltitos infantiles rebosantes de felicidad e inocencia.
- ¡Ya estás aquí Carlos! Pensábamos que no vendrías- le dijo Gustavo.
Inmediatamente Carlos me miró, yo sonreí, asentí suavemente con la cabeza y le dije muy suave, tan suave que tuvo que leerme los labios:
- Estoy muy orgullosa de ti.
Y me fui.
De vuelta a casa, en el coche, pensé en todo esto. No somos perfectos, nadie lo es, nuestros hijos tampoco. A veces fallamos, claro que lo hacemos, no somos máquinas pero en esto consiste la vida, en equivocarnos y en aprender de los errores; porque no os equivoquéis, los éxitos poco enseñan, aprendemos de los fallos, de los fracasos y las pérdidas, de las caídas y los golpes. Ahí está el verdadero aprendizaje. Como lo está en la capacidad de levantarnos cada vez e intentar dar lo mejor de nosotros a los que nos rodean y por supuesto, a ellos, nuestros hijos. Es la responsabilidad más grande que tenemos y que tendremos en toda nuestra vida. No lo olvidemos…
“Lo mejor de nuestras vidas” Editorial Planeta. 6ª edición.
¿Qué te gustaría que recordasen tus hijos de su infancia?
¿Estás preparado para descubrirlo?
A la venta:
Etiqueta:ADOLESCENCIA, inteligencia emocional
21 Comentarios
Todos tenemos derecho a cambiar de opinión.
El compromiso con uno mismo es más importante que el compromiso con los demás.
Eso también hay que aprenderlo, eso también hay que saber enseñarlo.
No se trata de pasarse el día pensando únicamente en uno mismo y no tener respeto alguno al tiempo y a las necesidades de los demás, pero tampoco es justo poner el tiempo y las necesidades de los demás por delante de las nuestras. Que mis amigas estén deseando verme es maravilloso, pero deben ser capaces de entender que si he dormido mal y me duele la cabeza, o simplemente me apetece descansar, mi salud, física o mental, está por encima de un compromiso social. Que ayer me apetecía ver una peli de acción pero hoy no estoy de humor, y es legítimo y humano. Tengo derecho a cambiar de humor, de idea, de gustos, de partido político. Tengo derecho a no poner una sonrisa cuando no me sale de dentro ponerla…
Y como cada derecho implica una obligación, tengo la obligación de respetar a los demás. Respetar su tiempo y decir que no quedamos, y no simplemente no aparecer. Respetar su derecho a cambiar de opinión cuando sean ellos los que cancelen una cita cuando no están de humor. Respetar que esa amigo fan de las barbacoas se haya hecho vegetariano.
Es necesario comprometerse en la vida y ser fiel a tus principios. Pero no esclavo de ellos.
Opino.
Preciosa enseñanza sobre la educación, el compromiso es fundamental para no sólo lograr y mantener la confianza, también para encontrarte bien contigo misma y cumplir la expectativas del comprometido. Lo cierto es que no es fácil,pero hay que esforzarse, primero en no comprometerse si sabes de primeras que no vas a poder ir y, si ya lo has hecho deberás ir. Gracias, me ha encantado la enseñanza, sin duda un gran valor que cada vez se pierde más. Saludos
Como te entiendo…nosotros tenemos uno de 3 años y dos de 21 meses y si la gente supiera todo lo que hacemos para llegar a los sitios… Desde cuando estamos mi marido y yo preparando ciertos eventos para poder llegar a la hora, alucinarían con nuestro compromiso…poca gente se hace a la idea de la planificación, organización, paciencia y amor que hace falta para que un día de esto de hay que estar a las 12 no sé dónde sí o sí salga rodado.
Un abrazo
Me encanta, no te digo más.
Pienso exactamente como tú. Si digo que voy, voy, y llego en hora, salvo imprevisto muy puntual.
Mis niñas son pequeñas pero ya les educamos en este sentido.
Reconozco que me he visto en una situación similar hace no demasiado, mi hijo tiene 11 años y se negó en rotundo a ir al cine con su amigo del alma cuando ya estaba esperándole en la puerta… No conseguí hacerle entender. Aun le doy vueltas al tema… Porque no lo entiendo.
Gracias por hacerme reflexionar.
Un abrazo!!!
¡Hola Lucía!
¡Qué enseñanza tan buena! El compromiso es un gran valor. Inculcarles la importancia de ser fiel a la palabra, de no perder la credibilidad, de respetar a los demás. Todo esto me dice este post. Enhorabuena por transmitirlo, ¡un abrazo!
Lucia, tengo una niña de 5 años (bueno, los cumple en diciembre) que desde siempre ha tenido un temperamento muy fuerte.
Es extraordinariamente sensible y también muy inteligente, y su comportamiento en todas partes es ejemplar (de hecho todo el mundo nos felicita porque sorprende).
Pero en casa es una bomba de relojería. En cuanto algo no es exactamente como ella se había imaginado o no cumple sus expectativas… bum! Gritos, malas contestaciones, malos gestos y expresiones. Y luego mucho sufrimiento, suyo claro.
Tiene un hermano de 2 años pero esto sucede más o menos desde antes de nacer el.
Estamos un poco desesperados.
Alguna sugerencia?
Muchísimas gracias de antemano.
Un post espectacular.
Así se enseña. Sí señor.
Enhorabuena.
Cada post que leo tuyo me gusta más. Ninguno tiene desperdicio, al igual que tu libro. Soy madre de tres maravillosos hijos y me encanta leer y aprender de ti. Ellos son “lo mejor de nuestras vidas” sin duda.
Me ha encantado Lucia, buena lección de vida. ?
Me han gustado mucho tus reflexiones sobre el tema del compromiso, de cómo ejercerlo sin importar la edad. En definitiva, se trata de ser respetuoso con el otro. Ser responsables y ser fieles a la palabra dada. Yo tengo una niña de dos años y medio y al principio organizarnos a la hora de salir nos costaba horrores y saber que nos estaban esperando nos ponía más nerviosos. Pero de todo se aprende y al final te organizas, te planificas,llegas puntual y todos tan contentos. Y sí que se puede…y tanto que se puede!!
Un post que debería colgarme en la puerta de la nevera. Yo soy de esas personas que llegan más tarde que pronto porque me lío a hacer cosas apurando el tiempo. Es mi gran defecto y sé que tengo que corregirlo, y lo intento, pero no siempre lo logro. Lo del compromiso creo que lo llevo mejor.
Gracias por este post; me motiva por lo culpable que me hace sentir y me orienta para hablar a mis hijos sobre el compromiso.
En general, vale. Yo siempre he sido puntual y una persona leal al compromiso. Pero con 2 niñas de 3 y una de 1, llego tarde siempre. Y me pesa siempre. No vale empezar a prepararse antes, siempre hay pises de última hora, cacas, manchas, catástrofes, “no me quiero vestir”, “estoy jugando”…. o simplemente tardan muuuuucho en hacer las cosas. Claro que podría hacérselo yo todo y tardarían menos, pero no creo que sea la manera. Hago lo único q puedo hacer: avisar de que igual no consigo ser puntual, esforzarme al máximo y finalmente pedir disculpas. Creo q hay q ser comprensivos también, hasta q no te pasan las cosas a ti a veces no lo entiendes
Felicitaciones. Pienso igual que tú, y me carga que me dejen esperando o que lleguen tarde y no les importe…
Y esto se aprende desde pequeño, gracias a una mamá que le explica .
¡Bien!
No puedo estar más de acuerdo contigo. Mi tiempo es importante y si yo soy puntual me gusta que los demás también lo sean y si he asumido un compromiso, lo cumplo. Espero ser capaz de transmitírselo a mis hijos. Muy buen post
Tengo que decir que me ha sorprendido tu reacción, yo si me comprometo lo hago si o si, de eso no hay duda pero reconozco que en esa situación me hubiese costado muchisimo hacerle entender a mi hijo que se había comprometido y tiene que cumplir salvo causa de fuerza mayor. No lo había pensado de esa manera… Gracias!!
Me parece muy inteligente la forma de actuar que has tenido ante este hecho. No es nada fácil… yo antes de ser madre veía a mis amigas con sus hijos y pensaba “pero como se lo permiten, yo ya le habría hecho ya le habría dicho, si fuera mi hijo…”, y ahora me doy cuenta de lo difícil que es. Muchas veces doy por supuesto que tienen que saber algunas cosas que realmente no tiene porque saberlas porque solo son niños y sus experiencias y vivencias son tan cortas, les queda tanto por descubrir… pero lo cierto es que muchas veces me siento más pequeña que ellos,porque ante algunas cosas no sé cómo actuar. Gracias por tu blog me parece maravilloso.
Chapó. Me ha encantado! Pienso como tu el tiempo es muy valioso y el compromiso es muy importante. Bonita leccion
Muchas gracias. Así es. Claro que todos fallamos de vez en cuando, yo la primera, no somos perfectos. Pero sí debemos tener presente que el compromiso es algo que se cultiva poco a poco y de padres comprometidos con los suyos, niños comprometidos y futuros adultos comprometidos. Creo que es importante en estos tiempos en los que la gente no tiene más que mandar un WA para dejarte tirada ¿no crees? Al final fue, se lo pasó en grande. Aprendió la lección. “Si me comprometo, tengo que ir. Si no lo tengo claro, mejor no comprometerse”. Pienso que ese es el mensaje. Un beso.
Me ha encantado el post. A mí me pasa lo mismo, si digo que voy o que hago algo, pues lo hago aunque me arrepienta y veo que hay mucha gente que no. O que llega tardísimo y tiene a los demás esperando una hora para comer… Y les da igual. Supongo que será falta de empatía aderezada de egoísmo. Aunque, como dices, todos fallamos a veces.
Fantástica la lección que le has enseñado a tu hijo.