¡Qué fácil es hablar de lo maravillosa que es la vida cuando uno está en plena forma! ¿Verdad?
¡Qué evidentes se presentan las respuestas de preguntas en otro tiempo incontestables!
¡Qué sencillo es dar consejos cuando tu vida actual es un camino de rosas!
¡Qué fácil es ser optimista, vital y entusiasta cuando solo te reparten cartas buenas, cuando a ojos de todo el mundo, has ganado todas las partidas!
- ¡Qué claridad de ideas!- pensarán unos
- ¡Tiene una mente privilegiada!- pensarán otros.
- Con una vida tan fácil ¿quién no hablaría así?- sentenciarán otros.
- No te ha faltado nada en la vida ¿no te atreverás a quejarte? – juzgarán los de más allá.
Pero no te equivoques. No juzgues, ni siquiera leas entre líneas. No lo hagas, porque te equivocarás.
Sé que lo estás pasando mal. ¿Pero sabes qué? Que para ver con esa claridad que ahora anhelas, antes esa persona habrá pasado por la oscuridad de las tinieblas, por el frío de la soledad y el miedo de la incertidumbre. Y en esa cueva gélida, oscura y silenciosa empezó a ver. Porque a veces no hace falta luz para ver, de hecho el exceso de ella nos ciega… “No pudimos ver con tanta luz” como dice la canción de Fito.
Y en esa misma canción Fito entona un sincero “que no pases noches sin dormir”, pero ¿sabes lo que yo te deseo? Que pases todas las noches que sean necesarias sin dormir para después apreciar el plácido sueño bajo unas sábanas en calma.
Y lo apreciarás de verdad porque de verdad habrás sufrido las largas y agitadas noches en vela.
“Mi canción que nace del fracaso, es solo una piel sobre una piel, algo que se besa y sabe amargo. Es mi boca seca, nada que beber”. Pero no, ninguna experiencia resulta un fracaso, no lo es. “De todo se aprende” habrás escuchado muchas veces. Ahora no quieres ni oírlo, porque lo único que deseas es no estar pasando por ello ¿verdad?
Pero cuando pase el tiempo y al fin veas la luz, y al fin bebas hasta sin sed y te sientas poderoso e indestructible, recordarás ese vacío, ese sabor y esa sed y esto es lo que definitivamente te hará superar cualquier dificultad con la que la vida ose retarte.
- No sé si finalmente lo lograré- me confesaba un amigo esta tarde entre lágrimas contenidas que miraban a una ensalada intacta.
- ¿Cómo que no sabes si lo lograrás? Lo vas a lograr porque esta es una de las pocas batallas que se presentan en la vida de uno, en la que la victoria solo depende de ti. Solamente de ti. En el momento que decidas querer vencer, vencerás.
“Hay caminos que hay que andar descalzo” – dice Fito. Y así es. Nadie puede prestarte sus zapatos. En ocasiones hay momentos en los que uno necesita abandonarlo todo, caminar descalzo y sentir el suelo bajo la piel herida. Dar pasos con los cinco sentidos, buscar el camino según lo que sientes y no según lo cómodo que sea tu calzado… mirando al suelo y a lo que allí te encuentras. Dejando atrás aquello que definitivamente te hace daño y recogiendo del camino lo que ayudará a reconstruirte. Y una vez deseches las piedras del camino y empieces a pisar sobre fresca y húmeda hierba, será el momento de mirar hacia afuera. Una vez hayas explorado tus profundidades, tus necesidades y hayas soltado zapatos, ropas y lastres, entonces podrás mirar al cielo y empezar a soñar de nuevo.
Y cuando te des cuenta que hace mucho tiempo que ya no miras al suelo, que ya ni siquiera apartas las piedras porque simplemente ni las ves, descubrirás que has cambiado.
Que tienes toda la luz que algún día tuviste pero que perdiste por el camino, descubrirás una fuerza interior hasta el momento desconocida para ti, te sorprenderás ante tu nueva y arrolladora actitud frente a la vida y dirás: ¡Aquí estoy yo, no hay nada que no pueda conseguir y sí, la vida es maravillosa!
Y cantarás a los cuatro vientos aquello de “Si 14 vidas son dos gatos, aún queda mucho por vivir”
Esta canción no la encontré yo, me encontró ella a mí.