• Mami, nos aburrimos, no sabemos qué hacer. Está lloviendo y a nuestros amigos de la “urba” no les dejan salir a jugar- me decía mi hija con pena mientras su hermano mayor asentía con la cabeza.
  • ¿Os aburrís? ¿De verdad? Con la cantidad de juegos y juguetes que tenéis cada uno ¿os aburrís?- les dije con una amplia sonrisa mientras encendía mi ordenador.
  • Pues sí mamá- contestó mi hijo indignado- ¡Nos aburrimos! – sentenció.

De pronto suena mi móvil y me llega esta imagen:

Siria

 

Los tres nos quedamos clavados mirando la pantalla. Un nudo en la garganta me arrancó las palabras de cuajo. Mi hijo cogió el teléfono, amplió la imagen y dijo:

  • ¿Están llorando, mamá? Pero…¿¡¡Qué les pasa!!??- Pude vislumbrar un pequeño atisbo de terror en su mirada que me encogió el alma.

Dos padres, con dos hijos. Dos guerras: La guerra civil española y la guerra en Siria. Dos siglos diferentes: siglo XX y siglo XXI. Mismos rostros desfigurados por el dolor, por la pena, por el sufrimiento… por el horror. Misma rabia contenida en una mano robusta que acaricia la cara de un hijo que ha perdido la inocencia ya para siempre. Misma miseria, misma violencia, mismas lágrimas llenas de ausencias… ¿Dónde estarán las madres de esos niños? Ayer fuimos nosotros huyendo de la guerra civil, los alemanes escapando de las atrocidades nazis, hoy son los sirios en nuestras mismas fronteras ¿y mañana? ¿Serán nuestros hijos con sus hijos en brazos…? Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

  • La humanidad se muere- pensé. “Humanidad”- ¿Qué clase de “Humanidad” somos si permitimos esto?

Comprendí que era el momento de hablar de la “Compasión”.

-Niños, ¿Sabéis lo que es la compasión?

-Con pasión– dijo mi hija abriendo sus brazos y alzándolos en lo alto- Con pasión, mami, es con amor, con besitos, con mucho corazón- y empezó a dar vueltas sobre sí misma lanzando besos al aire.

-Maravillosa y frágil inocencia – pensé mientras sonreía con amargura.

-No; compasión es pena- dijo mi hijo mirándome fijamente en busca de mi mirada de aprobación.

-Te acercas, cariño, te acercas- y nos sentamos los tres en el sofá, muy juntos, como siempre

  • Niños, compasión significa “sufrir juntos” “sufrir con”

-Con pena- añadió mi hijo en un intento de llevar él la razón.

-Sí, con pena pero con algo más, con la necesidad de hacer algo por esa persona. Por ejemplo: Si se mueren tus tortugas ¿Qué sentirías?

-Pena- dijo una vez más.

-Efectivamente, sentirías pena. Y ya está. No podríamos hacer más por las tortugas porque las pobrecitas ya se han muerto ¿verdad? Sin embargo si veis esta fotografía de estos papás llorando con sus hijos ¿qué es lo que sentís?

-Pena- volvió a repetir Carlos.

-Sí, cariño, una pena horrible ¿y qué más?

-¡Empatía!- dijo con sus grandes ojos verdes iluminando la habitación- Sí, es empatía, mamá, de lo que siempre hablas.

-Te acercas aún más…pero no del todo- le contesté mientras le acariciaba la cabeza.

Carlos empezó a morderse las uñas en busca de una respuesta cuando de pronto mi hija dio en el clavo:

-¿Por qué no les invitamos a nuestra casa a quedarse?

-¡Ahí estamos Covi,!¡Eso es la compasión! Es la empatía en movimiento, en acción. Es la pena compartida. Es la necesidad de buscar una solución, de ayudar a esa persona y aliviar su sufrimiento.

La pena no mueve a las personas, la pena cubre de un manto gélido y oscuro tu alma. La empatía nos ayuda a ponernos en la piel del otro, a ver con otros ojos, con los suyos… Pero la compasión, la compasión no es vestirnos con su piel ni llevar sus ojos, la compasión es reconocer el dolor ajeno, hacerlo nuestro pero sin que nos paralice. La compasión es la que moviliza a un mundo entero ante una fotografía de un niño “olvidado” en una playa… No permitas que se quede en pena, no, ni siquiera en empatía. Conviértela en compasión. ¡Muévete! ¡Haz algo! ¡Hagamos algo!

Compasión es lo que yo pido a nuestros políticos para que afronten esta terrible crisis humanitaria y recuperemos la palabra “humanidad” para hablar de nosotros mismos, sin vergüenza, sin dolor.

“La guerra es una masacre entre gentes que no se conocen, para provecho de gentes que sí se conocen pero que no se masacran” Paul Valery

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