• Cariño, voy a volver a pedir cita para Pepe en el pediatra. Lleva ya 3 días con el antibiótico por la amigdalitis y sigue con fiebre bastante alta.
  • Pues sí. ¿No decían que a las 48 horas de iniciar el antibiótico de unas “placas” mondas y lirondas la fiebre desaparecía?
  • Eso nos dijeron, pero mira como está: sigue con fiebre alta, le duele bastante la garganta, le han salido unos ganglios en el cuello que están empezando a preocuparme y para colmo, hoy le he visto unas manchas en el cuerpo que me han terminado de rematar.
  • Tienes razón y encima está hecho polvo. Mira que siempre nos han dicho que lo más importante era el estado general… pues yo no lo veo bien, todo el día ahí en el sofá.

Esa misma tarde conseguís que os vea la pediatra. Hoy parece algo más seria de lo habitual.

  • Está demasiado concentrada- piensas mientras la miras fijamente- y esto me “mosquea”. ¿Será algo grave?
  • Así que fiebre alta desde hace 5-6 días, decaimiento, ganglios en el cuello, dolor de garganta… ya veo- añade la pediatra mientras escribe en el ordenador.
  • Sí. Y fuimos a urgencias, nos dijeron que tenía placas, o sea, una amigdalitis bacteriana ¿no? Nos dieron un antibiótico, más concretamente la amoxicilina, pero en lugar de mejorar, sigue regular, con mucha fiebre, con el dolor de garganta y esta mañana le han salido estas manchas rojas por todo el cuerpo.
  • ¿Manchas? – repite la pediatra alzando las cejas en señal de haberse encendido su bombilla interior.
  • ¡Parece que ya lo tiene!- piensa el padre sin quitarle ojo.

mononucleosis La médico se levanta, sonríe a Pepe, le ayuda a quitarse la camiseta y comienza a  explorarle detenidamente sin perder la sonrisa, le ausculta, le mira los oídos sin hallar nada y al abrir la boca se encuentra con un exudado blanquecino cubriendo ambas amígdalas. Pone las manos a ambos lados de su cuello y le palpa los ganglios cervicales:

  • Sí que están grandes, sí- murmura- ¿Qué has comido, Pepe? ¿Te has tragado unas pelotas de pin-pon y se han quedado ahí atascadas? – le dice a tu hijo entre bromas.

El niño le mira fijamente, está tranquilo, la conoce sobradamente como para asegurar que no le va a hacer daño. Además ella le va explicando dulcemente las distintas partes del cuerpo que le va a ir mirando en busca del causante de su enfermedad.

  • Ahora vamos con la barriga, Pepe. Tú tranquilo, que ya sabes que esto no duele. Respira despacito.

Mientras respira profundo ella aprovecha para palparle el abdomen con los cinco sentidos.

  • ¡Bingo! – piensa mentalmente- tiene el bazo un poco inflamado y el hígado también. ¡Lo tengo! ¡No hay duda! – su sonrisa lo dice todo.
  • Bueno Pepe, corazón, ya te puedes vestir. Vamos a explicarles a papá y mamá qué tienes.

Los padres impacientes se sientan nuevamente y miran a la pediatra con ansia.

  • El niño tiene una enfermedad llamada Mononucleosis Infecciosa, también conocida como enfermedad del beso. Tranquilos. Es una enfermedad vírica, muy frecuente en la infancia y adolescencia que le dejará fuera de juego durante un par de semanas, pero en menos de un mes estará recuperado completamente.

Los padres respiran aliviados mientras ella continua.

  • Esta enfermedad en los primeros días se parece mucho a una amigdalitis aguda: fiebre, dolor de garganta y placas. Pero al ser vírica no mejora con antibióticos. Además tiene una peculiaridad y es que al darles amoxicilina pensando que es una infección bacteriana, al 80% de los pacientes les brota estas manchas rojizas en la piel (exantema). Es muy típico y nos ayuda al diagnóstico. Esta infección, como os digo, la produce un virus, la mayoría de las veces es el Virus Ebstein Barr, otras veces es un citomegalovirus o un toxoplasma… aunque el nombre del virus ahora mismo es irrelevante porque el tratamiento es el mismo.
  • ¿Y por qué le tocaste tanto rato la barriga?- pregunta la madre que es muy observadora.
  • Porque como consecuencia de la enfermedad en ocasiones, y esta es una de ellas, se inflama el hígado (hepatomegalia) y/o el bazo (esplenomegalia).

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¿Y ahora qué hacemos? ¿Cómo se trata?

  1. El tratamiento es sintomático, es decir, tratamos los síntomas.
  2. Si tiene fiebre y malestar utilizaremos paracetamol y le ofreceremos muchos líquidos.
  3. Debe descansar porque es muy habitual el agotamiento (astenia), no pueden con su alma. En ocasiones la astenia les dura unas semanas más aunque va mejorando cada día. También es frecuente la falta de apetito (anorexia), no le fuerces.
  4. No debe practicar deporte hasta que el hígado y sobre todo el bazo vuelva a su tamaño habitual. El bazo es un órgano que está muy superficial, no tiene a las costillas para protegerle como el caso del hígado. Por lo que, ahora que está inflamado, un golpe fuerte en el lado izquierdo del abdomen, le podría traer una complicación seria como es una rotura de bazo. Así que hasta que os vuelva a ver, no debe montar en bici, ni hacer judo, ni jugar al fútbol por el riesgo que supone recibir un traumatismo en esa zona.

¿Es contagioso?

  • Sí. Se contagia a través de las gotitas de saliva. La mayoría de los adultos hemos pasado ya por ella. Los niños pequeños al compartir juguetes, cubiertos, vasos y besos se contagian fácilmente. Como medida general para evitar la mayoría de las enfermedades infecciosas, lávate las manos con frecuencia.

¿No hay que hacer ninguna prueba?

  • Cuando los signos clínicos son tan claros, no es necesario. Hay veces que no están todos los síntomas por lo que no nos queda más remedio que hacerle una analítica para salir de dudas, básicamente para saber si se trata de una infección bacteriana con la que debamos mantener los antibióticos o por el contrario es una infección vírica y debamos suspenderlos. Esta enfermedad tiene una prueba específica que la diagnostica: es de las que deja huella en la sangre para siempre en forma de anticuerpos pero sin tener mayor importancia. Simplemente los anticuerpos nos dirán que ya la ha pasado, como ocurre con la varicela, por ejemplo.

¿Tiene algún riesgo o complicación?

  • Como todas las enfermedades tiene riesgo que se complique, pero en este caso el riesgo es muy bajo, es excepcional. Se suelen curar sin problemas. En menos de un mes Pepe será de nuevo incombustible. Para tenerlo bien controlado, en una semana volveréis a la consulta y así comprobaremos que todo marcha adecuadamente. Si durante el proceso en lugar de mejorar el niño empeora, tiene dificultad para respirar porque las amígdalas se le inflaman demasiado, está demasiado adormilado, empieza con tos importante, fatiga o debilidad muscular, debéis consultar.

Los padres ya estaban mucho más tranquilos. Al fin tenían nombre de lo que le estaba pasando a Pepe, sabían qué hacer y qué vigilar. Y en una semana volverían.

  • Una pregunta más- dijo la madre curiosa- ¿Por qué le llaman la enfermedad del beso?
  • Porque se transmite a través de las gotitas de saliva. Entre los niños más pequeños esta enfermedad incluso puede pasar desapercibida porque tienen pocos síntomas y los pobres la pasan sin pena ni gloria, un catarro más dentro de los 150 virus que pasarán en la guardería. Pero cuando la cogen los adolescentes (mitad niños-mitad hombres) es como si el mundo se viniera abajo. Están literalmente hechos un trapo y no hay adolescente que no acuda al médico. Cuando allí tumbados en la camilla, “moribundos” y más pálidos que la pared, les decimos que se llama la enfermedad del beso rápidamente y como por arte de magia, recuperan los colores.

¡Pillado!

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