Como cada jueves os resumo el tema que hemos tocado hoy en TVE dentro del espacio de Saber Vivir dedicado a los más pequeños.

Estamos en época de catarros y con ellos, los mocos nos acompañarán durante todo el largo y frío invierno. Además de estornudos, toses y fiebres es muy habitual que los padres acudan a la consulta preocupados porque sus hijos roncan. Pues bien, vamos a resolver las dudas que con más frecuencia se presentan en la consulta:

  1. Mi hijo ronca ¿es normal?

El ronquido es el sonido que emitimos cuando el aire pasa a través de una zona estrecha de la vía área superior. Aunque es relativamente frecuente (hasta un 10% de los niños roncan) no debemos considerarlo como normal.

La mayoría de las veces los ronquidos son ocasionales y asociados a cuadros catarrales. En estos casos no implicarán ningún riesgo. Si una vez han desaparecido los mocos el niño deja de roncar, no tenemos que preocuparnos.

“Mi hijo ronca más que su padre, esté o no esté acatarrado”– dicen muchos padres. Ojo. A esta niño hay que hacerle una detallada historia clínica.

Las causas más frecuentes de ronquidos son:

  • Infecciones respiratorias.
  • Rinitis alérgicas
  • Reflujo gastroesofágico.
  • Fumadores pasivos.
  • Niños con las adenoides (“vegetaciones”) o las amígdalas más grandes de lo habitual (Hipertrofia adenoidea o hipertrofia amigdalar)

  1. ¿Qué consecuencias puede traer el que mi hijo ronque de forma habitual? ¿Debo consultarlo con el médico?

Cada vez son más estudios los que asocian los ronquidos a múltiples enfermedades que debéis conocer. De entrada cuando tenemos a un niño que ronca hay que descartar que no haga apneas (pausas respiratorias durante el sueño) a lo que llamamos Síndrome de Apnea Hipopnea del Sueño (SAHS)

Entre un 1.2 y un 5% de los niños tendrán un SAHS. Debido a las pausas en su respiración tendrán múltiples despertares por lo que no tendrán un sueño reparador. Esto es mucho más importante de lo que pensamos.

Estos niños se dormirán durante el día por ello podrán ser diagnosticados erróneamente de un Déficit de Atención o de problemas de aprendizaje. Algunos, paradójicamente lo que presentan es un estado de actividad y excitabilidad permanente.  Además, tienen más riesgo de sufrir hipertensión arterial.

¿Sabíais que hasta en un 23% de casos de niños diagnosticados de TDAH (Trastorno por déficit de atención e hiperactividad) roncan?

En los adultos estamos muy acostumbrados a oír lo siguiente: “Mi tío que está gordito, ronca por las noches, hace apneas y por culpa de eso, por el día se duerme por las esquinas. Incluso el otro día se durmió al volante y casi tenemos un accidente!” ¿Verdad?  Y además fuman como carreteros.

Efectivamente en los adultos la causa más frecuente de apneas es la obesidad y el tabaco.

En los niños es muy diferente: debido a un aumento del tamaño de las amígdalas o de las adenoides (vegetaciones) podemos tener a un niño delgadito como un palillo que ronca y que además en el colegio no va bien. La profesora nos dice que “no para quieto”, que molesta, que interrumpe y que no es capaz de concentrarse.

¡Ojo! No sería la primera vez que se diagnostica a un niño de hiperactivo, y lo que tiene es un síndrome de apnea-hipopnea del sueño debido a unas amígdalas o adenoides (vegetaciones) como puños. Y el pobre al no tener un sueño reparador por las noches, por el día está fuera de control. Tan fácil como preguntarle: ¿Ronca tu hijo todas las noches?

  1. ¿Qué se supone que ha de hacer mi pediatra si le digo que mi hijo ronca?

Primero una detallada historia clínica: ¿Ronca todas las noches aunque no esté acatarrado? ¿Has escuchado pausas en la respiración (apneas)? ¿Ronca fuerte? ¿Tiene un sueño muy agitado? ¿Se hace pipí por las noches? ¿Respira por la boca? ¿Es difícil despertarlo por las mañanas? ¿Tiene problemas con la concentración? ¿Actúa como si tuviera un motor dentro y no para quieto? ¿Ha dejado de crecer o de ganar peso últimamente?

Segundo: una buena exploración: Le tomaremos la tensión. Una tensión arterial alta nos pondrá en “alerta”. Además le subiremos a la báscula: el sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo para tener apneas durante el sueño.

Y lo más importante,  le diremos que abra la boca (¡Prometo no usar el palito!) Las amígdalas (anginas) las vemos fácilmente cuando abren la boca y podemos valorar si son muy grandes y obstruyen o si son normales.

Las adenoides (“vegetaciones”) no se ven a simple vista. Únicamente con una cámara pequeñita que utilizan los otorrinos a través de un tubito que le meten por la nariz (Rinoscopio). Es una técnica sencilla y rápida que nos aporta muchísima información porque visualiza claramente el tamaño y el grado de obstrucción de las adenoides.

Adenoides (“Vegetaciones”)

Las radiografías laterales ya no se utilizan. Irradiamos inútilmente a los niños para obtener una información mucho menos fiable que verlo a simple vista con el rinoscopio.

Y tercero: Lo ideal es realizar un Estudio del Sueño (polisomnografía). Dejaremos a los niños ingresados una noche en el hospital conectados a una infinidad de cables (que se ponen una vez estén dormidos porque si no se piensan los pobres que les vamos a enviar a Marte).

A través de este registro los neurofisiólogos/neumólogos  nos darán todos los datos que necesitamos (fases de sueño profundo, de sueño superficial, sueño REM, no REM, pausas de apnea, segundos en los que no respira, concentración de oxígeno en sangre…). Con este informe podremos diagnosticar a los niños de Síndrome de Apnea Hipopnea del sueño. Si además tiene las amígdalas/adenoides muy grandes, lo tendremos claro.

  1. ¿Y si efectivamente hace apneas del sueño, cuál es la solución?

Necesariamente intervención quirúrgica. En 15-30 minutos de intervención, el otorrino le quitará una parte de las amígdalas y adenoides para que el aire pueda circular con facilidad. La operación es sencilla, en 24 horas estaréis en casa de nuevo, y en unos días llevará una vida completamente normal.

  1. Mi hijo tiene las amígdalas muy grandes ¿Se ha de operar como nos hemos operado su padre y yo de niños?

 He de decir que los niños hasta los 5 años tienen unas amígdalas y adenoides bastante grandes. Como sabéis es la primera barrera defensiva con la que se encuentran los gérmenes cuando entran en nuestro organismo; por lo que cumplen su función. A partir de esa edad, van disminuyendo de tamaño, los niños no enferman tanto, por lo que el ejército que allí tenían, no precisa ser tan numeroso y las amígdalas se reducen a la mitad.

Si cumple los 4-5 años y sigue roncando, o incluso ronca más, tiene una voz nasal, mal aliento y respira con la boca abierta… ¡ojo! Acudid a vuestro pediatra.

  1. Cada invierno coge 3 ó 4 amigdalitis con fiebre alta y muchas veces también le va al oído ¿Cuándo ir al otorrino? Estamos desesperados.

Antiguamente se quitaban las amígdalas con una facilidad pasmosa ¿verdad? Con demasiada facilidad, diría yo. Hoy por hoy hay unos protocolos establecidos para operarles. No tengáis prisa. De hecho, actualmente, ya no se quitan las amígdalas por completo, sino que en los niños en los que está indicado, se les reduce un poco el tamaño; pero se les tiende a dejar algo de tejido amigdalar en garganta para que siga cumpliendo su función protectora. Las indicaciones actuales para derivar y operar son:

  1. Amigdalitis de repetición:
  • 7 o más episodios de amigdalitis aguda al año
  • 5 episodios al año en los últimos 2 años.
  • 3 episodios al año en los últimos 3 años.

No obstante, cada caso debe ser evaluado en particular valorando si los procesos trastocan la vida diaria del niño con importante absentismo escolar, si hay problemas de crecimiento no justificables por otros motivos, si los procesos están correctamente tratados con antibióticos y si están bien documentados por parte de su pediatra.

  1. Problemas obstructivos: Niños roncadores que al hacerles un estudio del sueño (Polisomnografía) se objetivan APNEAS (Pausas en la respiración)

Aún queda mucho invierno por delante de mocos, amigdalitis y alguna que otra otitis. No desesperéis. ¡Ánimo!

¡Hasta la próxima!

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