- El niño se ha levantado con legañas.
¿Y esto? ¿Es normal? ¿Es una infección? ¿Una alergia? ¿Hay que ir al médico? ¿Es contagioso?
Todas estas preguntas se las han hecho prácticamente todos los padres ya que las conjuntivitis es una de las patologías más frecuentes en la infancia.
Y bien, el niño se levanta con legañas
¿y ahora qué?
Pues os diré que en función de las características de las legañas y de los síntomas que tiene el niño, nosotros los médicos sabemos con bastante certeza de qué se trata.
- Legaña amarillenta, verdosa, con ojo rojo y párpado pegado: probablemente se trate de una conjuntivitis bacteriana, es decir, una inflamación de la conjuntiva que es la membrana que cubre parte del globo ocular; para que nos entendemos “lo blanco del ojo”. Recordad que la terminación “-itis” se refiere a inflamación. En este caso, inflamación de la conjuntiva y al poner el apellido “bacteriana”, nos encontraríamos ante una inflamación de la conjuntiva por una bacteria. Los gérmenes más frecuentes son Staphylococcus aureus, Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae y Moraxella catarrhalis todas ellas contagiosas.
Cuando nos encontremos con esta situación, debemos lavar el ojo (preferiblemente con suero fisiológico y gasas estériles con un correcto lavado de manos antes y después. Debemos intentar huir de remedios caseros como la manzanilla) y acudir a nuestro médico para que lo valore y nos indique un tratamiento antibiótico adecuado si es que lo necesita. No debemos administrar gotas de antibióticos sin una valoración previa, pues lo único que podemos hacer es, muchas veces, crear resistencias ante esos antibióticos.
- Legaña clarita, transparente, pero con lagrimeo, ojo rojo, mucosidad nasal y fiebre: probablemente se trate de una conjuntivitis vírica. Es decir, un virus que además del cuadro catarral le ha inflamado la conjuntiva ocular y el niño empieza a quejarse de los ojos. En estos casos dado que es un virus, los antibióticos no nos van a ayudar. Un virus frecuente que produce este tipo de patologías es el Adenovirus donde además del ojo rojo (en ocasiones muy rojo), el niño tiene fiebre y al explorarlo se palpa una adenopatía (un ganglio) justo delante de la oreja.
Este tipo de conjuntivitis son muy contagiosas y latosas. Debemos extremar las medidas de higiene más aun con lavado de manos antes y después de lavarle el ojo, no acercarnos mucho y si usamos lentillas tener especial precaución. Es más, si esos días te pones gafas, aumentará tu protección ante el posible contagio de tu hijo. El tratamiento de este tipo de infecciones es sintomático, es decir, tratamos los síntomas ya que no hay colirio que elimine el virus (salvo en las conjuntivitis herpéticas que son muy infrecuentes y mucho más complejas). Así que podrían pautarte antinflamatorios o incluso corticoides tópicos vigilando la aparición de posibles complicaciones, como la infección bacteriana sobreañadida.
- Legaña muy sutil por las mañanas, transparente pero acompañada de intenso picor ocular, a veces con picor nasal, estornudos y lagrimeo continuo: en este caso es probable que estemos ante una conjuntivitis alérgica. Más probable aun si papá o mamá son alérgicos. En este caso recomendamos acudir a vuestro pediatra quien valorará la necesidad de realizar estudio alérgico si los síntomas son continuos y molestos. El tratamiento como podréis imaginar no es antibiótico, puesto que no hay bacterias en escena, sino que la mayoría mejoran con antihistamínicos (tópicos, en gotas o en ocasiones tenemos que recurrir a orales, en jarabe)
Una conjuntivitis es tratada habitualmente por tu pediatra. Sin embargo, en aquellos casos donde el tratamiento no surta los efectos deseados, donde el niño se queje de dolor en el ojo o los profesionales requieran de una asistencia más especializada, podremos acudir también al oftalmólogo, que es el profesional encargado del tratamiento específico de cualquier patología ocular.
Y aquí os dejo un vídeo cortito que grabé en colaboración con Clínica Baviera para afianzar las ideas.
Hasta la próxima.