No hay verano en el que no entréis por la puerta de mi consulta y me preguntéis:
- Lucía ¿son buenas las gafas de sol para los niños? ¿Le compramos unas?
La respuesta es sencilla: sí, son buenas y son recomendables. ¿Por qué? Porque protegen de forma importante los efectos nocivos de la radicación solar en la retina y en otras estructuras oculares, que si ya es delicado en los adultos, en los niños más aun ya que lesiones a edades tempranas pueden suponer lesiones permanentes.
Además, las gafas no solamente protegen frente a los rayos UV sino también protegen frente a cualquier objeto que pueda entrar en los ojos como puede ser la arena, insectos, contaminación, ácaros… etc.
¿Son seguras las gafas de sol para niños?
Lo son. Siempre y cuando estén homologadas por la Comunidad Europea (CE). Podréis comprobarlo con la pegatina del sello de CE que garantiza que cumplen la normativa europea. Y por supuesto os aconsejo que las compréis en establecimientos especializados en ello, como son las ópticas. Algo tan delicado como son los ojos de nuestros niños, merecen el mejor de los cuidados. Ponte en manos de especialistas.
¿Qué tipos de filtros hay en las gafas de sol?
La Norma Europea sobre gafas de sol (UNE) establece una clasificación de los filtros solares en 5 categorías:
- Categoría 0: Dejan pasar a través de sus cristales al menos un 80% de la luz visible. Se emplean como protección en ambientes con poca luz y también pueden ser utilizados en interiores por personas que padezcan fotofobia. No recomendados en niños.
- Categoría 1: Filtros que dejan pasar entre un 43 % y el 80 % de la luz. Estos filtros resultan aconsejables para utilizarlos en ciudad, pero no en niños.
- Categoría 2: Filtros con transmisiones entre el 18 % y el 43%. Para la práctica de deportes como: bicicleta, running… Tampoco son las ideales para los niños.
- Categoría 3: Filtros con transmisiones de la luz visible entre el 8 % y el 18 %. Aconsejadas en verano, playa y la montaña con mucho sol y especialmente indicadas para niños.
- Categoría 4: Son filtros que poseen una transmisión entre el 3 % y el 8 %. Estas lentes son las adecuadas para zonas de alta montaña, esquí y deportes acuáticos. Debido a la baja transmisión que presentan estas lentes, su uso está desaconsejado en la conducción de automóviles. Este tipo de gafas también podrían llevarlas los niños debido a su alta protección.
¿Montura de plástico, de metal? ¿Cuál elijo?
Sobre gustos, colores, ya sabéis. Dadle la oportunidad a vuestro hijo que elija, de este modo tendremos más posibilidades de que las tolere mejor y las lleve a gusto. Se recomienda montura de plástico, por ser de menor peso y más resistente y cristales orgánicos o de policarbonato que son más ligeros y resistentes y lo de la resistencia hablando de niños es un “plus”. Dejaos asesorar por los especialistas que os podrán informar de los materiales que mejor se adaptan a vuestro hijo.
¿Gafas de bucear sí? ¿Gafas de bucear no?
Siempre que se pueda, claro que sí. Tanto en playa como en piscina y si son lentes con filtros protectores, mejor aún. Por varios motivos:
- La luz solar también atraviesa el agua y daña los ojos al bucear.
- Al usar las gafas protegemos frente a cloro, sustancias químicas, sal, restos de cremas, repelentes anti mosquitos y cosméticos que quedan en el agua…
- El contacto del ojo con el agua paradójicamente produce un ojo seco con las consecuentes molestias: enrojecimiento, picor, escozor…
¿Qué hacer si le entra arena o un cuerpo extraño en el ojo?
- Antes de nada, mantén la calma. Si papá o mamá están tranquilos, el niño estará más tranquilo.
- Lávate las manos con agua y jabón.
- Sienta a tu hijo, pídele que eche la cabeza hacia atrás y ábrele el ojo con ambas manos y con cuidado.
- Pídele que mire arriba, abajo, izquierda y derecha para intentar localizar el cuerpo extraño.
- Échale agua abundante (limpia) y si puede ser suero fisiológico mejor (si tienes una jeringuilla, mejor aún. Se entiende que sin aguja). Si lo que le ha entrado es un puñado de arena, directamente le aplicarás el agua de forma generosa.
- Nunca frotar ni permitir que el niño se frote, podríamos erosionar la córnea.
- Si tras estos pasos el ojo está muy rojo, le duele, le lagrimea de forma continuada o tiene sensación de que aún tiene algo en el ojo, no dudes en contactar con tu médico para ser valorado convenientemente.
¡Y con esto ya solo os falta la toalla, la sombrilla, la protección solar y las ganas de pasar un verano inolvidable!
Hasta la próxima.
Lucía Galán Bertrand | Pediatra y Escritora