La semana pasada  bajé a la playa con mis hijos. Mientras ellos jugaban felizmente en la orilla rebozados como “croquetillas” ante mi atenta mirada, a mi lado un niño de unos 5 años lloraba a lágrima tendida.
Por mi profesión me he vuelto relativamente “insensible” a los llantos y gritos de los niños, no es que no me afecten, es que han formado parte de mis sonidos habituales diarios y en muchas ocasiones, ni los oigo. Vamos, que no me molestan en absoluto.
En este caso, mi hija trataba de decirme algo desde la orilla y los lloros del niño en cuestión, no me dejaban escucharla con claridad, fue entonces cuando me percaté que el pobrecito lloraba de verdad. Y lloraba con razón: Le había picado una medusa.

En seguida me levanté y fui a echar un vistazo al mismo tiempo que les pedía a mis hijos que salieran del agua.
Pues sí, no había duda: latigazos enrojecidos sobre su espalda, sobreelevados, con un intenso picor y dolor, castigaban al pobre niño. Enseguida uno de sus familiares cogió una botella de agua mineral y se la echó por encima.
–       ¡No, no lo hagas!- Le dije prudentemente mientras me acercaba al corrillo que se había formado. Pero llegué tarde.
Los gritos del niño se escucharon en media costa mediterránea.

Primera enseñanza:

Nunca eches agua dulce sobre una picadura de medusa, favorecerás que los restos de medusa que queden en la piel liberen más líquido urticante.

El niño al sentir ese quemazón y dolor de nuevo, empezó a frotarse desesperadamente con la toalla, incluso hubo una mujer que le echó un poco de arena sobre la lesión.
–       No, no. Arena, no. No, no te frotes- intenté ofrecer mi ayuda tímidamente.

Segunda enseñanza

Nunca frotes o rasques una herida de medusa, ni con tus manos, ni con toallas. Empeorará.

Cuando nos “pica” una medusa, en ocasiones quedan restos de tentáculos en la piel. Lávale con agua marina, nunca dulce. Obsérvalo detenidamente y si ves alguno hay que intentar quitarlos para evitar que sigan “lanzando dardos”. Lo ideal es hacerlo con unas pinzas. Si no tienes a mano puedes utilizar un plástico como por ejemplo una tarjeta de crédito. Hazlo con mucho cuidado sin tocar el tentáculo.
Volviendo al caso, finalmente, dado que la situación no hacía más que empeorar, me presenté; bueno, mejor dicho, mi hija que es “la portavoz” de la familia, me presentó:
–       Es que mi madre es pediatra- dijo con una sonrisa de oreja a oreja
Me subieron los colores pero al llevar una horita larga al sol, sospecho que nadie se dio cuenta.
Las medusas contienen unas células en sus tentáculos que ante el contacto con una superficie con distinta temperatura a la suya (como puede ser el cuerpo humano) o al contacto con agua dulce, dispara una especie de dardos que atraviesa la epidermis y produce una importante reacción cutánea: Picor, dolor, edema, enrojecimiento, vesículas y en raras ocasiones, nauseas, vómitos o mareos.
Al ratito de estar con este niño, apareció su hermano llorando a moco tendido con las mismas lesiones en la mano tras haber intentado coger unos tentáculos que había encontrado en la orilla.

Tercera enseñanza

Las medusas aunque estén muertas o en trocitos en la orilla, liberarán de igual forma el líquido urticante provocando las mismas lesiones. No toques restos de medusas que se encuentren en la arena.

Finalmente, ante tal panorama, tras haberles lavado las lesiones con agua de mar y haber retirado algún tentáculo que aún quedaba por ahí, les sugerí que se acercaran al puesto de socorro de la playa para hacer una desinfección en condiciones.
Si te pica una medusa:
–       Nunca te rasques o te frotes, ni con tu mano, ni con toallas o arena Harás que empeore.
–       Nunca le eches agua dulce, se liberará más sustancia urticante, mejor agua salada.
–       Lava la zona con agua marina.
–       Intenta retirar los restos con pinzas o con un plástico (una tarjeta de crédito, por ejemplo)
–       Los niños pequeños tienen reacciones más importantes, consulta con tu pediatra si la lesión es amplia.
–       Cuidado con alérgicos a otras sustancias, animales o alimentos, podrían reaccionar de una forma más intensa.
–       Desinfecta las lesiones con un antiséptico: Clorhexidina, Betadine…
–       Si le duele o le pica, los antihistamínicos orales e el paracetamol/ibuprofeno le aliviará.
–       La aplicación de hielo (siempre dentro de una bolsa de plástico) durante 15 minutos, alivia considerablemente.
–       Si tiene mareos, nauseas, vómitos, dolor de cabeza o calambres acude al centro sanitario más cercano.

  •        El protector solar, si se lo has aplicado previamente, además de evitar los rayos UV protegen en cierta medida la reacción cutánea en caso de entrar en contacto con una medusa. ¿Qué todavía no sabes qué protector solar usar? Sobre la imagen te lo cuento.

Y finalmente, si ves a un corrillo de niños con palos en la mano, rascando la arena y dando saltitos alrededor, “mosquéate”, seguramente habrán encontrado una medusa en la orilla y estarán jugando con ella. Adviérteles que aunque esté en la arena, inmóvil, pica.
–       Así que… ¡a recoger las cosas que nos vamos a tomar un helado!
No habrá un solo niño que prefiera medusa, frente a un fresquito y delicioso helado, que una vez al año, no hace daño.
¡Feliz verano!

Si quieres saber más sobre primeros auxilios, accidentes infantiles, enfermedades infantiles y juveniles y todo lo que que tiene que ver con nuestros hijos desde el mimos nacimiento hasta la adolescencia incluida, no te pierdas “El gran libro de Lucía mi pediatra” pinchando aquí, ahora con descuento y con la promoción de un marcapáginas firmado por mí

Publicaciones Similares