Buenos días, venimos porque a mi hijo le duelen las piernas. Al principio no le hacía mucho caso pero ya me estoy preocupando. ¿Serán dolores de crecimiento?

¿Cuántas veces lo habremos oído? ¿Realmente existen los dolores de crecimiento?

Existir, existen aunque no se sabe ciertamente a qué son debidos y no se ha constatado realmente que el crecer duela. Se trata de un motivo de consulta frecuente y fuente de preocupaciones y ansiedad en los padres.

¿En qué consisten los llamados dolores de crecimiento?

Son niños en edad escolar que al atardecer o por la noche, cuando ya están en la cama, se quejan de dolor en las piernas. Típicamente se señalan con la palma de la mano la parte delantera de los muslos, o de las rodillas. Suelen ser zonas difusas, cambiantes. Unos días les duele una pierna, otros días les duele otra. No suelen despertarse por la noche, no suelen tenerlos al levantarse y nunca les provocan cojera.

¿Y por qué, como padres, nos preocupan tanto?

Porque se repiten con frecuencia, porque cuando después de una racha sin quejarse, de pronto, vuelven el día más inesperado. Porque  siempre hemos oído algún caso de algún niño que comenzó así y terminó siendo una enfermedad grave como es el cáncer.

Así es, los “dolores de crecimiento” a pesar de la benignidad de su evolución, generan mucha ansiedad.

¿Puedo hacer algo para aliviarle el dolor de las piernas?

Sí, generalmente son dolores leves o moderados que con un simple masaje y tranquilizando al niño se resuelven. En ocasiones hay que dar una dosis de ibuprofeno o paracetamol, aunque esto es excepcional.

Los traumatólogos infantiles recomiendan hacer estiramientos de las piernas antes de acostarse y antes de hacer deporte; parece que estos sencillos ejercicios disminuyen la intensidad y los episodios de los dolores.

¿Cuándo consultar con mi pediatra?

  • Si son muy intensos y repetitivos.
  • Si necesitamos dar con mucha frecuencia medicación para aliviar el dolor.
  • Si les despiertan en mitad de la noche.
  • Si localizan con la punta de su dedo un punto en concreto y siempre se trata de la misma zona.
  • Si les provoca cojera.
  • Si les duele al levantarse.
  • Si tienen la zona de la piel enrojecida o inflamada.
  • Si se acompaña de febrícula, fiebre, cansancio, pérdida de peso o sudoración nocturna excesiva.

Si no tiene ninguno de estos síntomas, tranquiliza a tu hijo, explícale que está dando un estirón y que mañana será un poquito más alto. Si aún así no consigues calmarle, plantéale un juego y dile: “Imagínate que eres Messi (o Cristiano Ronaldo no vamos a discutir y mucho menos por el fútbol) y que has metido tantos goles que has tenido que llamar a tu masajista. ¡Pues aquí estoy yo! Y vengo a darte el masaje de los grandes deportistas”

El dolor quizá no desaparezca inmediatamente, pero estoy segura que le habrás hecho sonreír y habréis pasado un ratito más juntos antes de ir a la cama, cosa que nuestros hijos agradecen SIEMPRE.

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