Al fin llego a casa con la resaca emocional de uno de los fines de semana más intensos de mi vida. Ganadora de los Premios Bitácoras 2015 al mejor blog de Salud e Innovación científica. ¡Uf, casi nada!

El día previo a la gala ya empezó fuerte: había estado de guardia por la tarde en urgencias hasta las 10 de la noche. Fue una tarde especialmente complicada y dura, donde los pacientes, algunos, tuvieron que esperar más de lo que me hubiese gustado. Entre paciente y paciente de pronto aparecía alguno de mi consulta los cuales a pesar de la preocupación por  la enfermedad de sus hijos, encontraron el momento para darme sus últimas palabras de aliento antes de la gran gala:

  • ¡Es mañana, Lucía! ¡Madre mía! ¡Mucha suerte! – me decían con la ilusión de un niño la noche de reyes.

A mitad de tarde me suena el teléfono, era un mensaje de mi hermano:

  • ¿Habrás escrito unas líneas por si sales ganadora, no?
  • Pues no- le dije sin haberlo pensado si quiera.
  • Lucía, escribe un guión, al menos. Que te puedes quedar en blanco.
  • Pues no tenía pensado escribir nada, José… – ya me hizo dudar.

El caso es que cuando terminamos de hablar pensé: “Si la guardia mejora escribiré algo, le haré caso a mi hermanito mayor”

No tuve ni un minuto para respirar, por lo que para escribir unas palabras de un premio que quizá no ganaba,  tampoco.

Sin embargo de camino a casa y en solitario se lo conté al volante; creo que le gustó. Al chico que conducía su coche y que esperaba como yo ante el semáforo en rojo en el carril de al lado, también le debió gustar, a juzgar por la amplia sonrisa que me dedicó… ja,ja,ja:

“Querido desconocido que circulabas por la Avenida de Denia de Alicante a las 22.30 de la noche; era yo la loca que le hablaba al volante. Como ves, era importante”

Al llegar a mi casa cerca de las once de la noche, mi hija pequeña estaba con fiebre, tosiendo como si no hubiera mañana. Con todo el malestar, ya se sabe ¿Qué os voy a contar que no sepáis? vómitos, llantos y pipis… Esta mamá pediatra, no tenía ni un triste jarabe para la tos, así que ahí me veis cortando cebolla a las 3 de la madrugada en un intento de calmar esa tos tan seca y molesta. He de reconocer que era la primera vez que lo utilizaba. No sé si fue la cebolla, el agotamiento o las plegarias imaginarias pero a las 4 y media de la madrugada caímos rendidas las dos. Yo en una postura imposible sobre su barriguita y ella roncando como si fuese un tigre de bengala (dichosos mocos). Con uno de sus ronquidos me desperté súbitamente y pensé: ¡Dios mío! ¡No hice la maleta!

Acto seguido y tras crujirme el cuello por 3 sitios diferentes, me arrastré hasta mi habitación y pensé: “Mañana será otro día”.

A las 8 de la mañana ya estábamos en pie: volando a la ducha, maleta, neceser, niños, desayunos y para el coche rumbo a Madrid, eso sí, con el consabido “kit de supervivencia”: botellas de agua, bocatas y fruta para intentar parar lo menos posible. Si pedían agua, beberían. Si tenían hambre, comerían. Y si se aburrían, a cantar.

Aún así tuvimos que parar 3 veces: gasolina, pipis, cacas, “me mareo”… ¡Ay! Qué viajecito. Llegamos a Madrid con el tiempo justo para dejar a los niños con sus abuelos, picar algo, llegar al hotel, darme una ducha y disimular como pude mis ojeras, mi falta de sueño y mis nervios. Una ducha calentita con mi música favorita a todo volumen  nunca falla. La verdad es que salí como nueva.Bitacoras.Luciamipediatra

Llegamos a la gala. Yo con buena parte de mi familia: mi chico, mis padres, mi hermano, mi cuñada, mis tíos de Madrid. “Tú como los gitanos”- me dijo mi amiga Ali por whatsapp cuando le dije que solo con mis acompañantes habíamos ocupado una fila entera.

¡Que empiece el espectáculo!

El presentador curiosamente era de Oviedo: “Esto es una señal”- pensé.

Cuando al fin llegó mi categoría de pronto vibró el móvil:

  • “Los niños están viendo la gala en directo a través del ordenador. Mucha suerte Luci. ¡Lo lograrás!”.

En ese momento mi corazón decidió salir de mi pecho y pasearse por el resto de mi cuerpo. Menos mal que llevaba un imperdible en un el lugar exacto de mi camisa para evitar “disgustos” si al botón traicionero de turno se le ocurría enfadarse con el ojal. No era plan de convertir mi bonito discurso en un video viral por mostrar a medio mundo a mis amigas Pili y Mili.

¿Sabéis el gusanillo de las montañas rusas al caer al vacío? Pues ese simpático animalillo recorría mi cuerpo de cabeza a pies (y no es que yo sea muy pequeña, precisamente). Apreté con fuerza el muslo de mi hermano que lo tenía a mi izquierda (por cierto hermanito, cada vez estás más cachas, tío) y  cuando fui a hacer lo mismo con mi chico y antes de que nombraran al ganador, vi incrédula como se levantaba con cámara en mano para situarse delante del atril:

  • ¿Pero a dónde vas?” –le dije en un susurro.
  • A coger un buen sitio para sacarte fotos cuando subas a recoger el premio- me contestó sonriente.

Antes de que pudiera decirle “loco”- se escapó de puntillas entre el público.

Bitacoras.discurso

Y la ganadora es… Lucía, mi pediatra!

Mi familia “gitana” gritó como si nos hubiese tocado el gordo de la lotería!

¿Te lo esperabas?- me preguntaron varios periodistas al terminar.

“Una siempre sueña… y yo particularmente sueño mucho”- les contesté con un guiño de ojo.  

Cuando me vi allí arriba, con aquellos focos que me cegaban absolutamente la vista y cientos de personas escuchándome, pensé: “Lucía, respira y empieza; venga; díselo al volante”

Y empecé… y continué y me emocioné y terminé con los ojos inundados en lágrimas y el alma llena de felicidad.

Cuando caminé dos pasos y vi a perfectos desconocidos emocionados con mis palabras, a mujeres buscando un kleenex en el bolso y escuché los aplausos sinceros y entregados, pensé:

“Conseguido. He dicho todo lo que necesitaba decir”

Porque de verdad os digo que necesitaba decir lo que dije y aún me quedé corta.

Bitacoras.TVEEste premio es de todos, este premio es de todos y cada uno de los que me habéis seguido, los que habéis compartido, los que habéis creído en mí. Es de toda mi familia a los que les debo lo que soy, es de mis pequeños pacientes que me dan la vida, es de sus mamás y sus papás que cada día me muestran a través de una ventanita su día a día, las luces y las sombras de su maternidad.

Este premio es de todos aquellos que ya desde las ocho de la mañana del viernes me estaban mandando mensajes de ánimo: Leonor con tu “Hoy es tu gran día, amiga”, Carlos, Ana, mis MariEldas, mis San Juaneras (Ali y María)…

Durante el viaje hubo varias llamadas también, infinidad de mensajes. Tanta y tanta energía fui recibiendo por el camino que cuando llegué allí yo ya me sentía ganadora por la cantidad de gente que me tenía en su pensamiento.

BitacorasNada más recoger la estatuilla y sentarme de nuevo en una silla que parecía flotar en aquella sala, recuperé mi móvil y seguían llegando mensajes: Mis amigas y compañeras de fatigas de Alicante, mis adorados compañeros de la facultad de Oviedo donde los tengo a todos reuniditos en el grupo “Folixa”, mis compis del Insitituto Materno Infantil y del Hospital Medimar celebrándolo desde Alicante. Me llegaron y sentí dentro, dentro, los aplausos, besos  y “Wows” desde Barcelona, desde Murcia, desde Philadelphia, incluso y hasta desde Mauritania! No había ni recuperado el aliento y mi amiga del alma, Lourdes,  ya me estaba llamando; el Diario Información de Alicante quería hacerme una entrevista y el periódico La Nueva España de Asturias no quería quedarse atrás…

Y todo mientras veía a toda mi familia con los ojos tan brillantes como felices, el rímel fuera de lugar, y los suspiros me llegaban uno a uno. Los guardo todos.

En las dos primeras horas recibí más de 300 mensajes vía facebook, twitter e Instagram, muchos de ellos de personas anónimas, lectores, seguidores, pacientes también.

Todos ellos, todos sin excepción,  tenían algo en común: Sentían ese premio como propio. Se sentían orgullosos. Les llenaba de satisfacción ver que eran mis manos y no otras las que lo alzaban. ¿Y por qué? Porque fuisteis vosotros los que me llevasteis hasta aquí. Porque gracias a ti Silvia, que me animaste a abrir un blog, he logrado este galardón; porque gracias a todos y cada uno de esos pedacitos de los que hablaba en el discurso, que no sois más que vosotros, hemos vivido este proyecto juntos.

Lo habéis visto nacer, crecer. Me animasteis a presentarme a los premios Bitácoras, me visteis ascender en las clasificaciones provisionales y celebramos juntos la clasificación final. He sentido vuestra energía desde el principio, de verdad os lo digo, la he sentido y eso es lo que me ha dado la fuerza para llevar a la Pediatría a lo más alto de la blogosfera.

Porque los profesionales de la salud tenemos una asignatura pendiente que es la HUMANIZACIÓN de la profesión. Porque la medicina no es solo diagnosticar, tratar y curar. Es buscar el consuelo, es curar el alma también, es cuidar de las emociones que hay detrás de un diagnóstico o los sentimientos contradictorios que se hayan escondidos simplemente tras una reciente maternidad.

Es apoyar, consolar y mimar a nuestros pacientes y sus familias; es escuchar lo que su boca no nos dice, pero sí sus ojos, o sus manos. Y para eso hay que mirar cuando nos hablan y oír  lo que no dicen.

Esta profesión tan bonita también trata de acariciar cuando todo el mundo te juzga, de escuchar cuando todo el mundo a tu alrededor tiene tus respuestas, es acompañar cuando te han dejado solo, es comprender lo que nadie comprende. En definitiva, es amar.

Es ver al paciente como un todo, por dentro y por fuera; lo que duele, lo que siente, lo que necesita y en la medida de nuestras posibilidades, intentar ayudar con nuestros conocimientos.

Porque colegas, diagnosticar una neumonía no tiene mucho misterio, identificar un cólico del lactante, un sobrepeso o un retraso del lenguaje tampoco. Pero comunicárselo a la familia y cuando son más mayores, a los chavales, sí tiene misterio, y sí debemos invertir todo nuestro esfuerzo en hacerlo de la mejor manera posible. Ese es el verdadero tesoro de nuestra profesión: conectar con nuestros pacientes.

Y esto, ni más ni menos, es el alma de este blog.

Gracias de nuevo a todos.

¿Queréis ver el vídeo de ese momento en el que la emoción me desbordaba? Pues aquí lo tenéis: 

                    VIDEO PREMIOS BITÁCORAS: Lucía, mi pediatra.

 

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