Algunos de vosotros os lo habéis preguntado ¿verdad? Primero os lo preguntáis a vosotros mismos, luego la idea empieza a rondarte la cabeza, lo consultas con tu pareja y finalmente un día apareces por la consulta del pediatra y lo sueltas: “Estamos muy preocupados, creo que necesita un psicólogo”.
Asumir como madre o como padre que tu hijo necesita un psicólogo no es sencillo. Como muchas cosas de esta vida, es un proceso por el que una familia ha de pasar antes de sentarse frente al profesional.
Como madre, inicialmente es imposible no sentirse culpable: “Algo estoy haciendo mal. ¿Qué se me escapa? ¿Será mi culpa? ¿Debería haber consultado antes? ¿Si lo hubiera criado de otra manera sería diferente? Si tengo varios hijos y a todos les he dado la misma educación, ¿por qué él es así?”
A veces no somos nosotras las que nos culpamos e intentamos culpar a los demás: “Esa profesora le ha cogido manía, esos amigos que tiene no le convienen en absoluto, el pediatra nunca me ha advertido de esto, mi pareja se desentiende, tengo demasiado estrés”
Tenga el origen que tenga el problema, haya o no haya culpables, yo siempre digo lo mismo: En el momento en el que una familia le preocupa tanto un tema como para acudir al pediatra y exponerlo abiertamente, como mínimo, merece ser escuchado y debemos ofrecer todos los medios que tenemos a nuestro alcance para intentar ayudarles.
En ocasiones los propios pediatras somos capaces de manejar multitud de problemas que surgen a lo largo de la crianza, que aunque, efectivamente es una experiencia maravillosa y apasionante, tiene momentos francamente difíciles y duros. Pero hay otras situaciones en las que por mucho que queramos ayudar a esta familia, el problema se escapa de nuestras capacidades de tratamiento y ayuda.
Nuestro hijo necesita un psicólogo. ¿Y qué pasa? No pasa nada. No quiere decir que una vez empiece dependerá de él el resto de sus días, no significa tampoco que nuestro hijo sea frágil o vulnerable, tampoco significa que hemos fracasado como padres. No te castigues más.
Tú hijo necesita un psicólogo, como necesita en ocasiones de un pediatra para tratar la neumonía o para explicarte cuál es el mejor momento para quitarle el pañal. Y no pasa nada.
No tengas miedo. Son de gran ayuda no sólo para los niños que lo necesitan sino también para los padres.
Los manuales para ser un buen padre no existen. Como tampoco existen las reglas rígidas ni los trajes de talla única.
Los que tenemos varios hijos bien sabemos que aún con la misma educación, cada niño tiene su propia personalidad y su propia manera de resolver conflictos. Y que en ocasiones aunque pongamos todo nuestro empeño en hacer las cosas bien, no salen como nos gustarían.
Así que este mensaje está dedicado a todas las familias que necesitan de esa ayuda, que están aún en el proceso, que se sienten culpables y que temen empeorar las cosas.
La crianza, lo digo habitualmente en la consulta, no es más que “ensayo-error”. No tengas miedo a equivocarte, siempre estamos a tiempo de cambiar de rumbo. Déjate asesorar, escucha tus necesidades, las de tus hijos y ante la duda: Sigue tu instinto, rara vez nos falla.