Como sabéis, este martes volví a participar en Saber Vivir en TVE en calidad de Pediatra. Tratamos temas tan importantes como la fiebre, los mocos, el exceso de medicación que se da a los niños, la tos que tanto nos preocupa y la alimentación. Fuisteis muchos los que os pusisteis en contacto conmigo para decirme que “os supo a poco”, que os quedasteis con ganas de más… en definitiva, que necesitáis mucha más información para sobrellevar el invierno.

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Los que me conocéis sabéis que me hubiese pasado horas hablando, pero los tiempos en televisión son otros y el directo, ni os cuento. Así que como vuestros deseos son órdenes para mí, he decidido hacer un pequeño resumen de lo que hablamos ampliando un poco más la información.

¿Sobremedicamos a los niños?

La respuesta es sí. El niño tiene fiebre y nos falta tiempo para chutarle el paracetamol o el ibuprofeno. Ha empezado con tos, pues corriendo al botiquín a por el jarabe de la tos no vayamos a pasar todos una mala noche. ¿Come regular? pues a ver qué vitaminas le puedo dar. ¿Ha cogido muchos resfriados? seguro que en la farmacia me venden algo para las defensas.

Los niños no necesitan ni la mitad de la medicación que les damos.

Empecemos por la fiebre. La fiebre es un mecanismo de defensa de nuestro organismo, lo habéis escuchado mil veces. Pero es que es así, está en el bando de los buenos. Nuestro cuerpo cuando detecta un agente extraño en nuestro organismo, lo primero que hace es elevar la temperatura para ponérselo difícil al germen y evitar que se multiplique. Por lo que cada vez que le bajamos la fiebre a nuestro hijo le estamos dando más cancha al virus en cuestión, para seguir multiplicándose. Yo les digo a los niños que la fiebre achicharra a los virus.

Pero, entonces ¿no debemos tratar la fiebre?

Más que la fiebre, trataremos el malestar. Es decir, si el niño tiene 38.5ºC y está saltando en el sofá, no le des nada: desabrígale, dale agua y vigílale. Su cuerpo está luchando de forma natural contra la infección. Si por el contrario tiene 38.5ºC y está hecho puré el pobre, con dolor y quejándose, entonces será momento de utilizar los antitérmicos. Bajaremos la fiebre y con ello, el malestar, que es de lo que se trata, de que el niño se encuentre mejor.

Por lo tanto olvídate de pautar el antitérmico cada 4-6 horas salvo que tu pediatra así te lo haya recomendado. Deja que su cuerpo actúe y luche. Se curan antes los niños a los que no se les da continuamente antitérmicos más que cuando lo necesitan, que los niños a los que se les pauta regularmente.

¿Cuál es la mejor manera de medir la temperatura?

Termómetro digital. En menores de 2 años la vía rectal es la más fácil, rápida y fiable. En los más mayorcitos usaremos la axilar. Los termómetros de oído, de frente o de chupete son menos fiables, sobre todo en los más pequeños.

“El niño ha empezado con tos, voy a darle este jarabe no le vayan a bajar los mocos al pecho”

La tos, como la fiebre, es un mecanismo de defensa, ayuda a eliminar las secreciones, a sacarlas de donde están impactadas y movilizarlas. Con la tos los niños vomitan el moco, lo escupen, lo tiran por la nariz o se lo tragan. Tranquilos, si se tragan los mocos los tirarán por las cacas, no vuelven de nuevo al pulmón. Lo importante es que se movilicen y esto lo hacen gracias a la tos. Por lo tanto, solo tratamos las toses nocturnas, catarrales, las que son muy molestas y les impiden el descanso. En ese caso seguirás las recomendaciones de tu pediatra que quizá te recete un antitusígeno para que utilices únicamente por la noche con el objetivo de que el niño descanse (bueno, y vosotros también, claro). Pero tened presente que por la mañana el efecto del fármaco ya se habrá pasado y el niño volverá a toser. ¡Muy bien! Que tosa para movilizar todo el moco que hemos parado durante la noche. Y si lo vomita, mejor: veréis las madejas de moco que son capaces de producir en esos diminutos cuerpos.

Ojo con tratar toses que no sabéis de donde proceden. No es lo mismo una tos  de un resfriado común que una tos perruna de una laringitis o que una tos espástica de un broncoespasmo en un niño con bronquitis/bronquiolitis o asma. Son toses diferentes, con orígenes diferentes y por tanto, con tratamientos diferentes. Así que ante la duda, al pediatra.

No existe evidencia científica de que los mucolíticos, anticongestivos y anticatarrales funcionen en los niños menores de 6 años y sí se han descrito muchos efectos adversos tales como taquicardia, arritmias, somnolencia, cefalea, dolor abdominal, alucinaciones y coma. Es por ello que en muchos países está prohibido su venta en menores de esta edad. En España está desaconsejado su uso.

NO SE DEBE DAR CODEÍNA EN MENORES DE 12 AÑOS ni en mujeres durante la lactancia. Esta alerta fue publicada por la Agencia Española del Medicamento hace más de un año y fue objeto de un post en este blog que os recomiendo leer llamado: “No más codeína” que recibió miles de visitas y que AQUÍ   os dejo. Y ahora ve a tu botiquín para revisar que ninguno de los jarabes que tienes lleve codeína. Si encuentras alguno, tíralo directamente a la basura.Codeina-tos-lucia mi pediatra

Y entonces ¿qué le puedo dar si tiene menos de 6 años? – me preguntáis desesperados.

  • Lavados nasales con suero fisiológico cada vez que esté congestionado. Si para dejarle bien despejado tenéis que aspirar, pues aspiráis suavemente. Importante hacerlo antes de comer y sobre todo, antes de dormir.
  • Beber agua de forma regular. Mantener un buen estado de hidratación ayuda a fluidificar el moco.
  • Darles paracetamol o ibuprofeno si están con dolor o con fiebre y malestar.
  • Vigilar signos de alarma:

1.Si fiebre en menores de 6 meses: al pediatra. Los lactantes pequeños se defienden mal frente a las infecciones debido a la inmadurez de su sistema inmune.

2.Si tiene entre 6 meses y 2 años: podemos esperar un par de días siempre y cuando el estado general sea bueno.

3.Si tiene más de 2 años podemos esperar los tres días de rigor.

4.Si en cualquier momento el niño tiene mal estado general, está muy decaído, quejumbroso, le duele mucho la cabeza, presenta un rechazo total a la alimentación o a la bebida, tiene una respiración acelerada o le salen manchitas rojas en la piel (especialmente las que no desaparecen al estirar la piel con ambas manos) tendréis que consultar con el pediatra.

¿Y no le puedo dar unas vitaminas o algo para subirle las defensas? De nuevo esta pregunta fue motivo de un post que AQUÍ os dejo.

El resumen es fácil: la respuesta es no.Vitaminas para los niños

No existe evidencia científica que justifique el aporte complejos vitamínicos. Las vitaminas ni les abren el apetito, ni les impiden que cojan menos resfriados. Tampoco existe evidencia clara de que ningún producto suba las defensas; lo siento, sé que sería la solución de todos nosotros, entre los que me incluyo, pero de momento no hay pruebas fiables para recomendarlos.

Las vitaminas que deben tomar los niños están en la fruta y verdura que han de comer TODOS LOS DÍAS.

“Es que no encuentro momento para darle fruta”- me decís muchos padres.

  • Al desayuno corta unos trocitos de fruta, todos los días. Pon el plato en el centro de la mesa con unos palillos. Con la tontería Alimentacion-infantildel palillo no veas la cantidad de niños que he visto comer fruta, incluidos los míos cuando eran más pequeñitos. Ahora ya prefieren el tenedor, se han vuelto unos finolis. De almuerzo: fruta y/o bocata y para beber, agua. Ni zumos envasados, ni galletas, ni bollería, ni chocolate. Esto, lo siento, pero es innegociable.
  • De comida, ¿qué le das de postre?- pregunto con curiosidad.
  • Un yogur, le encanta.
  • Pues a partir de ahora, una fruta. ¿Qué te parece? Sí, hay que pelear un poco, lo sé. Prefiere el yogur o el postre lácteo, pero si queremos que coman fruta, se la tendremos que ofrecer ¿no? ¿Y de cena? ¿Toma postre?
  • Sí, a veces, otro yogur- me decís por lo bajini
  • Pues a partir de ahora, ya sabes…- le digo arqueando las cejas y con una sonrisa de oreja a oreja.

Ahí va un truco de madre: los niños salen hambrientos del colegio. Se comen hasta las piedras, lo que les des y sin respirar. Lleva a la puerta del cole un taper con fruta cortada, con uvas, con mandarinas, nectarinas, lo que tengas. Mis hijos en particular la devoran, es el momento del día donde mejor se la comen.

Si es que “cuando hay hambre no hay pan duro” decía mi abuela.

Y una cosa más, lleva a tu hijo a la frutería, que elija él lo que más le guste, lo que le entre por los ojos. Permite que el frutero le dé a probar el melón tan rico que le acaba de llegar. Da ejemplo. Compra fruta y come fruta.

En el centro de la mesa de la cocina siempre tiene que haber un frutero; desde pequeñitos han de acostumbrarse a ver fruta a su alrededor y por supuesto, ver como sus papás comen fruta. Ya sabéis que son unos grandes imitadores. ¡Vamos a por ello! ¡Demos ejemplo!

Y de todo esto, pero un poquito deprisa, hablamos el martes pasado en Saber Vivir.

Aquí os dejo el vídeo para los que no lo hayáis podido ver. 

Y también varios enlaces de otros post que he escrito profundizando en cada uno de estos temas.

¡Ánimo! Y a afrontar el invierno con energía. No os desesperéis, poco a poco, la experiencia es un grado, veréis como cada invierno que pase es mejor que el anterior, no caerán tan enfermos, os lo prometo. Y respecto a la comida, de no comer nada de fruta, empezarán a picotear hasta convertirles en grandes comedores de fruta… eso sí, recuerda que los primeros de esta cadena somos nosotros. Dicen que todo se pega ¿no? Pues mañana empezamos con una excursión a la frutería.

Hasta pronto!

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