Mis 38 primaveras y mis 38 inviernos.
Esta semana vino a la consulta una adolescente con una mochila tan cargada de complejos que tuve que pedirle que se sentara porque no podía ni con su alma. Tras marear un poco la perdiz…
Esta semana vino a la consulta una adolescente con una mochila tan cargada de complejos que tuve que pedirle que se sentara porque no podía ni con su alma. Tras marear un poco la perdiz…