¿Qué ocurre con el color de los mocos que nos obsesiona tanto?

¿Cuántas veces habréis venido a la consulta y me habéis dicho?: “Lucía, he venido porque los mocos ya son verdes y quizá necesite un antibiótico”

Aclaremos algunos conceptos: El color no determinará si el niño necesita o no antibiótico. Como ya sabéis los catarros son producidos por más de 200 virus diferentes, por lo tanto los antibióticos no son efectivos.

Los mocos inicialmente son transparentes. A medida que pasan los días se van haciendo blanquecinos. Si la infección sigue inflamando la mucosa observaremos que se vuelven de un color amarillo pálido.

Para aquellas especialistas en las distintas tonalidades, os diré que si la infección dura unos días más se harán amarillo mostaza y terminarán siendo verde botella, casi musgo. Y esta es la evolución natural de “las velas” de nuestros hijos en nariz.

¿Y por qué?

Cuando un virus ataca nuestra mucosa nasal, nuestro organismo se defiende y entran en juego los neutrófilos. Estas pequeñas células son las encargadas de eliminar a todo agente extraño que ose comprometer nuestra salud. Los pequeños neutrófilos fabrican una potente enzima llamada peroxidasa que es muy rica en hierro y confiere a los mocos ese color verdoso. Así que, el color verde que veis es el resultado de una “guerra” en toda regla entre virus y defensas (neutrófilos). Tras semejante lucha, ¿qué menos que dejar algún rastro? ¿no? Pues el rastro es precisamente ese: el color verde

En esta batalla campal, a veces, se cuela alguna bacteria (Staphylococcus aureus que es dorada, o Pseudomona que es verde) pero eso no significa que estas bacterias predominen frente a los virus. Como tampoco significa que el niño se beneficie de la toma de antibióticos.

Lo mismo ocurre con los hematomas que van cambiando de color a medida que pasan los días y no por ello nos alarmamos, ¿Verdad?

Así que ahora ya sabéis que cuando sus mocos son verdes, lo único que quiere decir es que nuestro organismo lleva ya varios días luchando con todas sus fuerzas para combatir el virus, y la inmensa mayoría de las veces, nosotros, salimos victoriosos. Por cierto, este capítulo se lo cuento a los niños en mis “Cuentos de Lucía mi pediatra” y ahora ya son miles los niños que saben diferenciar entre virus y bacterias y miles a los que les encanta mirar el color de sus mocos para saber si ha habido mucha batalla o no dentro de su nariz. ¡Ja,ja,ja!

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