Desde hace cuatro años formo parte del Consejo Asesor de UNICEF organización con la
que ya he viajado a terreno en otras ocasiones a países como Senegal o Níger.
Mirar frente a frente los efectos de la hambruna, de la sequía, la escasez de antibióticos y
vacunas, visitar hospitales donde los niños se mueren por enfermedades prevenibles
por falta de recursos, llegar a centros de vacunación donde las mujeres llegan tras
caminar durante kilómetros y kilómetros con sus hijos a sus espaldas a altas
temperaturas, llegar a aldeas remotas que nunca han visto una bombilla o un grifo de
agua, te sitúan en la vida, en la vida real, en el mundo, este mundo, el de todos.
Que no hay un primer mundo, ni un tercer mundo, que no. Que todos pertenecemos a un
mismo mundo y es responsabilidad de todos ayudar a los que más nos necesitan.
Conocer a niñas víctimas de matrimonio temprano casadas con hombres 40 años
mayores que ellas y ya con varios hijos en brazos o escuchar a hablar a niños soldado
que han sido liberados de las mafias más crueles y despiadas del planeta, te cambia la
vida.
En esta nueva misión tocó la frontera de Ucrania, un viaje que esperaba desde el
mismo momento en el que estalló la guerra descolgando el teléfono para hablar con
mis compañeras de UNICEF: “Tenemos que ir allí y contar lo que está sucediendo” – les
dije.
He tenido que esperar un año, pero por fin llegó.
Esta misión era diferente. Y lo fue porque con lo que nos encontramos fue con mujeres
que como tú y como yo tenían su profesión, su casa, sus hobbies, sus amigos y sus
hijos y, de la noche a la mañana dejaron a sus maridos, a sus hijos mayores de 18 años
y partieron rumbo a la frontera para huir de la guerra. Encontrarte frente a frente con
esas mujeres justo en el mismo instante en el que atravesaban la frontera me impactó
profundamente.
De los 7,9 millones de refugiados de Ucrania en toda Europa, la mayoría son mujeres
y niños.
El conflicto en Ucrania y el posterior desplazamiento han motivado la movilización de
ayuda internacional más rápida de toda la historia. La solidaridad con el pueblo de
Ucrania ante esta guerra es un ejemplo de lo mejor de la humanidad y ha demostrado
el tipo de respuesta humanitaria que se necesita en las crisis hoy en día.
Numerosos países europeos han recibido a mujeres y niños y niñas ucranianos con los
brazos abiertos. En un momento de desplazamiento global sin precedentes, esta
acogida de refugiados de Ucrania es un ejemplo para el resto del mundo de lo que es
posible cuando nos unimos en solidaridad.
Desde el 24 de febrero de 2022, UNICEF ha distribuido en Ucrania suministros de
ayuda humanitaria por valor de 137,6 millones de dólares.
Y no olvidemos que la inmensísima mayoría de estas donaciones son de particulares y
empresas.
Este viaje no pretendía ahondar en el dolor y la destrucción que una guerra trae
consigo, desde UNICEF somos garantes del bienestar de los niños y niñas y su
protección a todos los niveles, está por encima de cualquier titular.
El viaje pretendía contar historias que merecían ser compartidas para generar
conciencia social con ese poder tan inmenso que tenemos como sociedad para
ayudar a los más necesitados y para que conozcáis de primera mano todo lo que se
ha logrado en estos últimos 365 días.
Hemos podido visitar todos los proyectos que UNICEF en estos 365 días ha puesto en
marcha: los BLUE DOTS o puntos azules. Llegamos al paso fronterizo Medyka donde se
da asistencia inmediata a todos los niños, niñas y mujeres que huyen cada día de
Ucrania. Impresionante fue llegar y ver familias enteras atravesando el paso fronterizo
con lo puesto, un año después.
Han pasado 365 días y por este punto han pasado el 20% de todos los refugiados
ucranianos.
Polonia es el país que más refugiados ha acogido con un número que asciende al
millón y medio de personas.
Una vez llegan aquí, son recibidos en los BLUE DOTS por un personal maravilloso que
les da asistencia sanitaria, psicológica, comida, abrigo y un plan de ruta… trenes,
autobuses o directamente un lugar para dormir y descansar. Allí tienen psicólogos,
abogados, trabajadores sociales y demás personal que garantiza las primeras 48h de
llegada a Polonia: pasaporte, documentación, alojamiento, asistencia sanitaria física y
mental y alimentación.
Es increíble como en un espacio tan pequeño todo este equipo de hombres y mujeres
trabajan a destajo para proteger a estas familias que huyen del horror
Tened en cuenta que el 50-20% necesitan protección y asistencia inmediata.
Los niños y las niñas llegan hambrientos pero una vez comen lo único que desean es
jugar, el idioma universal: puzzles, pinturas, balones y amor… mientras sus madres
escuchan atentamente todas las indicaciones de los compañeros manteniendo el tipo
de una forma abrumadora y asombrosa. Tuve la oportunidad de estar con estos niños
recién llegados, tras huir, muchos de ellos durante casi un año sin descanso. Niños que
podrían ser mis hijos o los tuyos.
Descubres que allí es donde respiran los valores por los que todo ser humano debería
regirse: solidaridad, compasión, amor, generosidad, resiliencia y humanidad.
Verlos llegar atravesando a pie la frontera, con un frío polar tras un año de
bombardeos, saqueos y violencia extrema, me partió en pedazos.
Los más pequeños, cansados, con mucho frío y hambrientos… Los más mayores
eufóricos, sonrientes y bailarines.
Esas sonrisas inocentes contrastaban con la mirada de sus madres y de sus abuelas.
Esas miradas que ya había visto en otras mujeres y en otras partes del planeta.
Esos ojos que tanto horror han vivido pero que una vez se encuentran con los tuyos
lejos de apartar la mirada, la mantienen y se crecen. Y esto me maravilla.
Es más, te miran fijamente, de mujer a mujer, con una sutil, muy sutil sonrisa y es en
ese momento cuando eres capaz de leer su pensamiento:
“Aquí estamos. Lo hemos logrado. Seguimos adelante. Siempre adelante” mientras aprietan con más fuerza si
cabe, la mano de sus hijas.
Ellos en el frente, luchando; adolescentes, jóvenes y padres: hermanos, hijos y maridos
de todas ellas.
Y ellas con paso firme, atravesando solas su país bajo la nieve, las balas y los misiles,
para intentar ofrecerles a sus hijos una nueva oportunidad de vida.
Héroes y heroínas del horror de la guerra.
Me conmovió saber que los orfanatos de Ucrania están trasladando a los niños a
Polonia y es que 91.000 niños sin padre ni madre vivían en estos orfanatos antes de la
guerra y su evacuación es una prioridad por el riesgo de las mafias.
- 3000 niños han llegado a Polonia sin acompañamiento pero se cree que es mucho
más así que como veis aquí se ha hecho mucho, muchísimo pero aún queda otro tanto
por hacer. - Pudimos visitar MADEVAC HUB JASIONKA un centro de evacuación urgente de
pacientes al resto de Europa. Puesto en marcha en tres días por un equipo humano
ante los que nos quitamos el sombrero por su inmensa labor: un coordinador, un
médico, dos enfermeras, dos TCAE, una psicóloga, una traductora, un conductor de
ambulancias y dos administrativas. Y ellos aquí, 24/7 con capacidad para atender a 20
enfermos críticos con 30 familiares que pueden acompañarles y dormir a su lado.
Desde este lugar son trasladados a otros países del resto de Europa donde reciben su
tratamiento el tiempo que sea necesario. Y este grupo de personas a pesar de haber
estado en lugares tan terribles como el Donbas evacuando a cientos de heridos y haber
vivido situaciones verdaderamente traumáticas con niños y adultos, no pierden la
sonrisa, ni la fuerza.
A pesar del pesimismo de esta guerra que no tiene visos de acabar pronto y de la
incertidumbre de que “en cualquier momento somos nosotros los que tenemos que
ser evacuados” como ellos mismos decían, ellos allí estaban, fuertes, convencidos,
entregados a sus pacientes, con un amor y una humanidad que me conmovió.
Realmente inspiradores.
Visitamos distintos centros educativos y de asistencia psicológica para niños,
adolescentes y mujeres en Polonia.
Jugar con esos niños de tres añitos, cantar con los
de seis e intentar acariciar con la mirada a los adolescentes, me robó el aliento.
Los riesgos que asumen estos niños, niñas y adolescentes aumentan con el paso de los
días: en primer lugar y por encima de todo, morir en su huida. Los niños que vi llegar a
pie o en tren llevan un año entero en sótanos, bajo bombardeos, misiles y fuego
cruzado y esto indudablemente les marcará de por vida. No había más que ver los
dibujos que hacían…
Si logran sobrevivir, el riesgo de que mafias les capturen a ellos y a sus madres siempre
está presente en cualquier conflicto. Desgraciadamente así es la guerra: violencia
extrema, ausencia de recursos, saqueos, violaciones, secuestros y muerte.
Una vez llegan, la salud mental en ellos es prioritaria; es más, uno de los principales
retos que tiene ahora UNICEF en los recién llegados es justamente este: dar cobertura
a todos ellos incluidas sus madres para hacer frente a la nueva vida que han de
enfrentar.
El balance de esta guerra pone los pelos de punta. Si hablamos solo de niños y niñas:
487 niños muertos y 954 heridos que sepamos.
- Casi 800 instalaciones sanitarias y unos 2.300 colegios e institutos dañados o
destruidos - 3,2 millones de niños y niñas en necesidad de ayuda humanitaria dentro de
Ucrania. - 5,3 millones con la educación interrumpida en Ucrania.
- 1,5 millones de niños y niñas con problemas de salud mental, y miles de niños y
niñas desplazados y refugiados sin sus vacunas vitales contra la poliomielitis, el
sarampión, la difteria y otras enfermedades potencialmente mortales. - Pero no todo son malas noticias y esto es muy importante que todo el mundo lo
sepa. Gracias a la ayuda humanitaria y organizaciones como UNICEF, esta desde el
primer momento ha estado con los niños y niñas y gracias a todos ellos se ha logrado: - Que casi 5 millones de personas accedan a atención primaria de salud y acceso a
inmunización rutinaria en Ucrania; cerca de medio millón entre la población refugiada. - Que 3,3 millones de niños y sus cuidadores tengan apoyo psicosocial en Ucrania y 1,2
millones en los países vecinos. - Que 1,45 millones de niños y niñas accedan a la educación dentro de Ucrania y más
de 1 millón en los países de acogida de refugiados. - Atender a 1,2 millones de refugiados en más de 40 Puntos Azules como los que
visitamos. – Identificar y apoyar a más de 100.000 niños y niñas no acompañados o
separados de sus familias y tutores, o evacuados de centros de acogida en Ucrania. - Que 5,5 millones de personas tengan acceso a agua potable en Ucrania.
- Distribuir 8.500 toneladas métricas de suministros y servicios a la población más
vulnerable
Así que a pesar de lo dura que ha sido la experiencia, he vuelto satisfecha por haber
tenido la oportunidad de contar a casi el millón de personas que me leen, la realidad
no solo de una guerra, si no de todo lo que personas como tú y como yo podemos
lograr a través de la solidaridad. Porque la ayuda llega. Por tanto, en voz de todas las
familias con las que pude estar y en voz de Unicef España-Polonia-Ucrania os doy las
gracias a todos.
Dra. Lucía Galán Bertrand. Médico Pediatra. Miembro del Consejo Asesor de Unicef.