Y allí se presentó en el hospital, de madrugada, a darnos un abrazo a mí y a mi compañera y amiga la Dra. Ruth Gilabert.

El dolor, la rabia, la impotencia y el peso de la responsabilidad había arrasado con nosotras aquella noche.

De pronto se abrió la puerta del despacho donde intentábamos comprender y asimilar qué había pasado, dónde intentábamos lidiar con ese dolor, dónde repasábamos paso a paso cada uno de los minutos, cada una de las horas que habíamos pasado junto a ese niño hasta que al final tuvimos que abandonar…

– Habéis hecho todo lo que está en vuestra mano. Habéis hecho lo correcto. Tranquilas. Los niños, por desgracia, a veces… se nos van.

Y aquella noche, hace ahora catorce años, lloré, lloré mucho, lloré en compañía, en la mejor compañía.

Y os diré que esos detalles son los que diferencian a un buen médico de un médico extraordinario, y él, el Dr. Manolo Claver, lo era. Gracias Federico Cardelús por esta maravillosa entrevista. Empezaste fuerte, ya te lo dije, ahora lo vuelvo a ver y me emociono de nuevo. Gracias siempre

#Comunicados

Tenéis la entrevista completa aquí:

 

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