“Los virus no entran por los pies” ya está aquí. Ya es vuestro. Más de un año trabajando en él y ha llegado el día de dejarlo en vuestras manos.
Los virus no entran por los pies, es mi libro número 13 (6 cuentos infantiles y 7 libros) bonito número, pero no pierdo la ilusión, el vértigo y la pizquita de miedo que sentí con el primero.
Porque en esta obra de 315 páginas os hablo sin pelos en la lengua, sin paños calientes, desde la experiencia de mi profesión con veinte años a mis espaldas como pediatra pero también desde la sensibilidad de mi maternidad y mi vida.
El libro que derriba todos los mitos que llevamos años escuchando sobre la salud física y mental de niños, adolescentes y sus familias.
Escrito desde el rigor científico como premisa pero también desde mi yo como mujer que ha vivido en primera persona muchas de las experiencias que aquí leeréis.
Ayer me preguntaban en una entrevista:
¿Cuáles considera que son los mitos más persistentes y perjudiciales en la crianza de los niños que aborda en su libro?
Persistentes hay cientos, que se pueden ir leyendo a lo largo del libro con un tono ágil y hasta divertido dado que vienen de conversaciones reales que yo he mantenido con pacientes, amigos y hasta con desconocidos, pero los peligrosos son los que realmente ponen en riesgo la vida de nuestros niños, y ahí sí que me pongo seria y el tono cambia.
Las vacunas y todos los bulos en torno a ellas se lleva un capítulo entero para poder desgranar uno a uno los argumentos que esgrimen muchas familias para no vacunar a sus hijos y por tanto exponerlos (a ellos y a sus compañeros del colegio) a enfermedades potencialmente mortales.
O los accidentes infantiles, por ejemplo, para ellos también les dediqué todo un capítulo puesto que los accidentes en la infancia y adolescencia suponen la primera causa de muerte entre los cinco y los dieciocho años de vida: accidentes de tráfico, ahogamientos, caídas accidentales o accidentes domésticos.
Y por último todos los mitos en torno a la salud mental y todo el estigma que esto genera en tantas y tantas familias.
Sí, los niños también tienen depresión y ansiedad, y las autolesiones no son una llamada de atención, y aunque nos parezca una auténtica locura, los niños y los adolescentes también se suicidan y es nuestra responsabilidad como adultos que somos, velar y proteger su salud, su salud física y mental, así que entro de lleno en esta parte.
Gracias a todos por vuestro cariño inmenso.
¡Arrancamos!