Ayer tuve una consulta con uno de mis pacientes, a quien conozco desde que nació. ¡Casi podría decir que lo he visto crecer como si fuera mi propio hijo!
La mamá me contaba que últimamente él estaba viviendo con mucha frustración y quejándose todo el tiempo. En esos momentos, me encanta poder hablar con ellos y ofrecerles un poco de perspectiva.
Le expliqué algo muy sencillo, pero que sé que nos cuesta mucho a todos entender: la vida no es tanto lo que nos pasa, sino cómo gestionamos lo que nos pasa.
Le puse un ejemplo que a muchos de nosotros nos puede hacer sentido: imagina que un día amanece lluvioso y tienes planes que no se pueden cumplir.
La primera reacción es quejarnos, ¿verdad? “¡Qué mal, qué mal tiempo! ¡Justo hoy que tenía que salir!” Pero esa queja, aunque nos desahoga por un momento, no nos lleva a ningún lado.
En cambio, podemos coger el paraguas y afrontar la situación de otra manera. La lluvia no va a parar, pero con un paraguas, podemos disfrutar el día de forma diferente. Y lo más importante, nuestra actitud va a cambiar. Con el paraguas, no estamos perdiendo tiempo en quejarnos, sino que seguimos adelante, con calma, con aceptación.
Al final, le dije a este niño que no pasa nada por quejarse un rato, ¡todos necesitamos desahogarnos de vez en cuando! Pero no podemos quedarnos atascados en la queja, porque si nos instalamos en ella, nos bloqueamos y no vemos nada más allá. A veces hay que hacer el esfuerzo de coger el paraguas y seguir caminando.
Me encantó ver cómo lo entendió. ¡Y creo que muchos de vosotros, al leer esto, también lo entenderéis! La vida, cuando somos un poco más paraguas, se hace mucho más amable.
Si te ha resonado esta reflexión, no dudes en ver el vídeo completo que compartí ayer ⬇️.
Dra. Lucía Galán Bertrand | Pediatra y Escritora